--Llegó en 1983 con el movimiento vecinal en auge, ¿qué fue lo primero que acometió al frente de la concejalía?

--El primer reto fue que el ayuntamiento tenía que salir a la calle y acercarse al ciudadano. Eso hizo que mis compañeros y yo pasásemos muchas horas en los barrios. En 1983 todo estaba por hacer. En Aldea Moret, por ejemplo, no había ni un banco para sentarse. Al final de la legislatura se logró incluso que el barrio tuviese un centro de salud. También se impulsó el reglamento de Participación Ciudadana, pero tuvimos algún problema con las asociaciones de vecinos para confeccionarlo, y es que en política hay que marcar los tiempos, teníamos tantas ansias por hacer cosas que debíamos haber pospuesto un poco más el reglamento, dar tiempo a las asociaciones a que lo asimilaran.

--¿Estaba consolidado el movimiento vecinal en 1983?

--Sí, Domínguez Lucero -alcalde de 1980 a 1983-- lo había puesto en marcha, un movimiento que estaba politizado, las asociaciones estaban ideológicamente más cerca de la anterior corporación -gobernada por UCD-- y al entrar un nuevo gobierno de izquierdas eran remisos a aceptar lo que proponíamos, pensaban que les íbamos a quitar cuota de poder a los presidentes de las asociaciones, cuando lo único que se pretendía era facilitar de forma reglada la participación.

--¿Qué se hizo para favorecer la participación ciudadana?

--Fundamentalmente la presencia en la calle de los ediles. Me acuerdo que llamaba a Juan -Iglesias Marcelo, alcalde de 1983 a 1987,- los domingos y nos íbamos a los barrios a hablar con los vecinos. Lo que se hizo de una forma activa era la presencia, que los concejales y el alcalde saliesen a la calle.

--¿Qué se consiguió con esa mayor presencia en la calle?

--El contacto directo con la gente, que es precisamente lo que se demanda ahora debido a la sensación que tiene el ciudadano de que los políticos están distanciados de ellos y de los problemas reales. El ciudadano quiere ver al concejal en la calle, que le pregunte por sus necesidades y que vea poco a poco, aunque haya pocos medios, que se atienden.

--¿Qué resultados concretos?

--Prácticamente toda la infraestructura que se hizo. Recuerdo que cuando se fue por primera vez a San Marquino se tenía un problema deficitario de infraestructura con el alumbrado público que se resolvió. En Aldea Moret no había dotaciones y se hicieron las pistas deportivas. En definitiva, se dotó a los barrios de la mínima infraestructura necesaria.

--Usted fue concejal de Tráfico, delegación por la que más se le conoce al haberse hecho durante su mandato la primera gran reestructuración del tráfico.

--En esa primera legislatura me hice cargo, casi al final de la misma, de la delegación de Tráfico. Lo más destacado fue esa primera reordenación global, entonces cada una de las calzadas de avenida de España era de doble sentido de la circulación. Teníamos claro que en la parte antigua había que restringir el tráfico y hacer calles del centro, como San Pedro y Ezponda, peatonales. Eso generó protestas, pero al final se aceptó. La mayoría de los cambios que se hicieron dieron resultado, salvo algún punto negro como avenida de Alemania, donde se producían retenciones. Para solucionarlo se abrió un tercer carril en la avenida y un carril de bajada en Gabino Muriel.

--¿Por qué no se hizo ningún gran párking, cuando hubiese sido lo más acertado?

--Cuando se quitaron los aparcamientos de la plaza Mayor y se limitó el acceso, sugerí a Carlos -Sánchez Polo, alcalde de 1987 a 1995,-- que en la plaza de Obispo Galarza se podía construir un párking. Ese era el aparcamiento alternativo a la plaza Mayor.

----Entonces se convocó un concurso muy ambicioso, con tres párkings (avenida de Portugal, Primo de Rivera y obispo Galarza), ¿por qué no resultó?

--No sé decirle ahora, aunque al final el único que se llegó a materializar fue el de Galarza. También en mi primera legislatura se hablaba de un párking en la plaza Mayor, pero eso se desestimó desde el primer momento. Recuerdo que Juan -Iglesias Marcelo- me comentaba que nos podíamos encontrar con algún resto arqueológico y que la obra se paralizase sine die por Patrimonio Histórico.

--También fue edil de la Policía

--Con la policía intenté varias pequeñas reformas, aunque alguna no cuajó. Yo le comenté al jefe de la policía en aquel momento, que era César García, la posibilidad de que los agentes de barrio fuese sin pistola y que su misión fuese una atención directa a los vecinos. Pero lo de las pistolas no lo logré. Mi idea era lograr que los agentes de la unidad de barrios fuesen como los bobbies ingleses, sin armas.

--Usted ha sido de los concejales que más tiempo continuado estuvo de edil, fueron doce años

--La tercera legislatura (de 1991 a 1995) pienso que sobró. Con dos era suficiente. Incluso en esa tercera legislatura le propuse a Carlos que me iba, que dimitía, no me sentía tan útil como en las dos primeras, pero me convenció para que siguiese. Pienso que con ocho años está bien. Sí quiero destacar que siempre me sentí muy apoyado por los dos alcaldes, tanto por Juan como por Carlos. Para mí la primera legislatura fue apasionante, era el primer gobierno socialista después de Antonio Canales y teníamos un ansía de libertad impresionante y una ilusión tremenda. Con lo que me quedo de aquella época es con las horas que pasábamos en los barrios, que la gente sintiese que no había ciudadanos de primera o segunda categoría y que todo el mundo era parte del ayuntamiento. La segunda legislatura fue un reto para mí con la reordenación del tráfico.

--¿Es el concejal de Tráfico el más expuesto a las críticas?

--Sí porque todo el mundo entiende de tráfico. Cuando hicimos el plan global de reordenación llamamos a los colectivos y se lo explicamos, cada uno se posicionaba a favor de la alternativa que le permitía llegar antes a su casa. Si era en línea recta, perfecto. Si había que dar alguna vuelta, ya no estaba perfecto.

--¿Cuál fue la crítica que más le dolió por la reordenación?

--Aunque funcionó bien, nos quedó por solucionar lo de la avenida de Alemania, por las colas y atascos que se producían, incluso estuve a punto de tirar la toalla. Al final se solucionó con el tercer carril y con el nuevo carril de bajada de Gabino Muriel.