Ilusionados, con formación previa para afrontar el reto del Ejército y, sobre todo, seguros de que ser soldado es también una oportunidad para encontrar trabajo en tiempos de crisis. Así es la nueva tropa que se acaba de incorporar al Centro de Formación de Tropa (Cefot) número 1 de Cáceres para jurar bandera el próximo 5 de noviembre en la plaza Mayor con motivo de los actos del XXV aniversario de la declaración de Cáceres como Patrimonio de la Humanidad.

Tras un año sin nuevas caras por los recortes en Defensa, a la base cacereña han llegado 491 jóvenes, de entre 18 y 24 años, que recibirán formación física e intelectual durante poco más de tres meses. Luego se incorporarán a las unidades específicas que, repartidas por todo el país, han elegido para ser soldados. Pero para poder llegar hasta ahí tendrán antes que aprobar unos exámenes. Para entrar en el Cefot de Cáceres también pasaron un proceso de selección.

Es el caso de Alejandro Andújar, malagueño de 20 años, que decidió dejar su tierra natal para convertirse en soldado. Su sueño, formar parte de la unidad de infantería mecanizada Saboya en Badajoz. Estudiaba Bachillerato, pero quería un trabajo seguro. Cree que en el Ejército lo puede encontrar. "Era lo que más motivaba. Vinieron al instituto a contarnos qué nos ofrecía. Si estudio, me puede ir bien", afirma este joven, para el que desfilar en la plaza supone un estímulo en su formación.

Estefanía de la Iglesia, catalana de 21 años, sabía desde pequeña que lo suyo sería el Ejército o la Policía. No se arrepiente de haberlo intentado tres veces hasta lograrlo. Forma parte de la minoría femenina --29 mujeres en el grupo de 491-- que ha llegado con el nuevo reemplazo. "Nos sentimos unas más de la compañía", subraya. Su futuro está en el cuartel del Bruc, en Barcelona, de cazadores de montaña.

El colombiano Oscar Peña se nacionalizó español. El quería ser bombero, pero las circunstancias le obligaron a dar el paso hacia lo militar influido por su abuelo. Algo parecido le ocurrió a Héctor Ríos, extremeño de Navalmoral que, con 22 años, siempre ha tenido claro que quería trabajar para el Estado. Al canario José Manuel Ascanio, de 21 años, le gustaría formar parte de una tropa de montaña. Quiere estudiar también una carrera y ha tenido que dejar a los suyos en San Bartolomé de Tirajana.

Convivencia y amistad

Para ellos, el Ejército es ahora su vida. Estefanía afirma que, por encima de todo, supone "disciplina, esfuerzo y superación"; José Manuel cree que "merece la pena, aunque a mucha gente no le guste". A Alejandro, por ejemplo, no le habían contado nada bueno y ahora, tras un mes en la base, está encantado con sus compañeros: "Confío en ellos. Me he encontrado mejor ambiente de lo que decían".

Oscar y Héctor ya tienen el futuro planeado. Se irán a Madrid, a la unidad de infantería mecanizada Asturias 31 porque está cerca de casa. Igual que Estefanía, José Manuel quiere marcharse a Barcelona.

A las órdenes del brigada Vicario, se levantan temprano para correr y recibir clases. Comparten ratos de ocio en la cantina y ya han tenido la oportunidad de visitar la ciudad. A Estefanía le fascinaron los palacios y las torres de la parte antigua; a Alejandro le sorprendió el diseño de la zona más moderna.

Dentro de diez años quieren haber progresado y ascender hasta donde puedan. Saben que su vida profesional solo acaba de empezar, pero tienen clara su vocación de servicio a la sociedad. Son la nueva tropa que llega a Cáceres para celebrar 25 años de patrimonio.