Cáceres envejece, lo dice la estadística, que arroja que en la ciudad hay casi el doble de residentes mayores de 65 años: la cifra llega hasta los 16.150 frente a los 10.109 de personas comprendidas entre los 20 y los 29. El primer grupo de edad supone un 16,8% y el segundo, un 10,4% de la población, lo que suman pues algo más de un cuarto de los 96.068 habitantes con los que contaba la capital cacereña en 2018. Además, los números también corroboran que de los residentes que se han marchado de la ciudad, más del 60% son jóvenes de entre 20 y 29 años.

Estas cifras extraídas del Instituto Nacional de Estadística (INE) las valoran para El Periódico Extremadura tres reputados expertos. El primero de ellos, Domingo Barbolla, sociólogo y antropólogo de la Universidad de Extremadura (Uex), indica que «el envejecimiento repercute en todos los ámbitos y exige un replanteamiento de los recursos que permita ofrecer la respuesta adecuada a las necesidades específicas de la población de edad avanzada, al mismo tiempo que se implanten medidas para retener a adolescentes que garanticen el futuro del territorio en cuestión».

Las causas, más que conocidas, se repiten: nacen menos niños, en general por la falta de estabilidad laboral, y los jóvenes se marchan a otras regiones o países básicamente por el mismo motivo: la búsqueda de un trabajo digno. Y la pescadilla se muerde la cola porque se van quienes están en edad de empezar a formar una familia. Al igual que han ido abandonando la región los inmigrantes que llegaron por un empleo y que ayudaron a que aumentara la natalidad. El resultado es que la población envejece. Y no solo se nota en los pueblos; la crisis demográfica afecta del mismo modo a las ciudades, explica Barbolla.

En este sentido, señala el sociólogo que se debe hacer una doble observación sobre la actual realidad. Por un lado el contexto global, en el que hay que tener en cuenta que España es el segundo país más avejentado, solo por detrás de Japón. «Además tenemos que pensar que es en las zonas subdesarrolladas donde la natalidad y la población tienen un crecimiento llamativo, es un síntoma asociado a la pobreza».

De esta forma, Barbolla insiste en que si Cáceres o Extremadura no ofrecen las circunstancias necesarias, no consigue que su población se asiente, se reproduzca, evolucione... «Si no funciona la conciliación real, si a la mujer no se le dan las condiciones necesarias para que pueda trabajar y tener hijos, las políticas de empleo y natalidad no van a funcionar nunca», apuntilla.

Ante esta problemática «es necesario un cambio de visión y asumir que la sociedad y sus políticas se deben adaptar a la realidad que tenemos. Si hay menos niños, que las guarderías ofrezcan un servicio más completo; si hay más población mayor, sobre todo en las zonas rurales, que se aumenten ahí los recursos; y si hay un problema de pensiones, que se reparta mejor, en general, la riqueza del país. Y que no se condicione a la cotización de los jóvenes», añade el antropólogo.

Por su parte, Julián Mora Aliseda, profesor de Geografía y Ordenación del Territorio de la Uex, lamenta que «los jóvenes cacereños y extremeños de ahora, los más preparados, se tienen que ir».

Este experto en análisis demográficos enumera una serie de cuestiones que, a su entender, son la causa de que la región no frene la pérdida de habitantes: «Tenemos mayor tipo impositivo, no disponemos de industrias para transformar nuestra materia prima y abunda una cultura con ausencia total de emprendimiento empresarial, porque nuestros jóvenes (los que se quedan) aspiran fundamentalmente a trabajar en el ámbito de la función pública, y estamos retroalimentando un modelo en el que en torno al 30% de la población cacereña activa depende directa o indirectamente del sector público».

Las proyecciones demográficas del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del Instituto de Estadística de Extremadura, que se van a 2033 y 2031, respectivamente, dicen que en la provincia de Cáceres perderá un 8,5%, según apunta el profesor titular de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Extremadura Antonio Pérez Díaz. Esto se debe a dos motivos: el primero, que el territorio cacereño es muy montañoso (es más difícil que la población se quede ahí), y el segundo, el alto porcentaje de municipios pequeños (de 1.000 habitantes o menos). «En estos pueblos prácticamente que nazcan niños es ya un acontecimiento», explica el analista. Además, afea que la despoblación sea un asunto que haya empezado a preocupar a los políticos hace un par de años. «Antes se pasaba de puntillas sobre este problema; y es un problema muy viejo», concluye.