Durante los últimos tres meses han pasado por los centros cacereños de Cáritas --abiertos en mayo tras una reubicación de servicios y programas-- más de 1.000 transeúntes, cifra equiparable al promedio de los últimos años. Sin embargo, el número de mujeres se duplica con respecto a la media del 2003. "Cada vez hay más, y cada vez son más jóvenes. La pobreza se va feminizando", explica José Manuel López, director de Cáritas Diocesana de Cáceres. Concretamente, el 20% de las personas que han solicitado ayuda a la organización desde mayo son mujeres.

Los problemas principales que arrastran los indigentes que llegan a la ciudad son "transeuntismo y desempleo". Además, muchos de los acogidos en estos centros ingresan por problemas con el alcohol y las drogas, por maltrato, por deficiencias en la salud mental, por su condición de exreclusos y por ser enfermos de sida. Destaca el colectivo de inmigrantes: Cáritas registra entre 800 y 1.000 cada año, cifra que se mantiene estable durante los últimos tres ejercicios.

PROCEDENCIA El número de acogidos ha disminuido con el rigor del verano. Sin embargo, a lo largo de mayo aumentó considerablemente por la llegada a la ciudad de temporeros, la mayoría inmigrantes, que más tarde se trasladaban a otras zonas de la provincia. El 60% de estos extranjeros eran rumanos y el resto marroquíes que estaban de paso e iban a Talayuela y a la zona septentrional de Extremadura. Procedían principalmente de Huelva, de la cosecha de la fresa, y se dirigían al norte para recoger cerezas. Cáritas prevé un nuevo aumento de la afluencia en octubre, hasta un 30%, debido a estos movimiento cíquiclos.

Durante mayo, el mes con mayor demanda, la sede principal de acogida de Cáritas, ubicada en la calle Santo Domingo, registró 106 atenciones y 63 ingresos por parte de personas con edades comprendidas entre 20 y 45 años. Pero cientos de personas acudieron directamente a los centros. Más de la mitad eran inmigrantes y el 25% mujeres.

Aumenta el perfil de la mujer ecuatoriana y colombiana que llega a la ciudad con una media de dos niños, para buscar trabajo en el servicio doméstico. La mayoría logra encontrarlo y se asienta en Cáceres. Normalmente son familias monoparentales que viajan con sus hijos.

De hecho, Cáritas cuenta con una bolsa de trabajo para insertar laboralmente a los acogidos. Este sistema, según los organizadores, ha sido muy eficaz a la hora de encontrar domicilios donde las mujeres puedan emplearse, sobre todo las inmigrantes.

Los trabajadores sociales de Cáritas ayudan a estas mujeres mediante la búsqueda y acondicionamiento de una vivienda, apoyo económico, prestación de aval e información sobre la escolarización de los niños.

Además, Cáritas ha participado este año en un proyecto junto con varias parroquias de la ciudad, en el que un grupo de voluntarios se ocupaban de los hijos de los inmigrantes mientras los padres trabajaban. Juegos, perfeccionamiento del idioma y refuerzo en las tareas escolares eran algunas de las actividades de este novedoso programa.

"La inserción laboral de los inmigrantes sin documentación es mucho más fácil en las mujeres, porque trabajan en casas particulares y no tienen ningún problema burocrático", afirma una trabajadora social. Mientras, el hombre normalmente recurre a una empresa, donde no siempre trabaja en buenas condiciones.

TRATAMIENTOS Una parte de los acogidos en centros de Cáritas sufren enfermedades como el sida o necesitan tratamientos especializados de desintoxicación de drogas y alcohol. Algunos requieren cuidados psiquiátricos.

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