El Obispado de la Diócesis de Coria-Cáceres pide a la Junta de Extremadura que repare las pinturas de la iglesia de la Preciosa Sangre, emblema de la ciudad monumental cacereña situado en plena plaza de San Jorge. Según explica el deán, José Antonio Fuentes, la zona exterior del templo se ha ido deteriorando con los años y ha provocado desprendimientos de cal en las torres y en algunos de los muros del edificio. "En la parte de arriba ya se puede ver que se ha desprendido la cal. De momento peligro no existe, nadie nos ha alertado de eso, pero sí está feo", dijo el deán de la diócesis.

Según aseguró José Antonio Fuentes, el gobierno regional, a través de Patrimonio Cultural, adquirió un compromiso con el Obispado de colaborar en el mantenimiento de la iglesia de la Preciosa Sangre cuando se les cedió para la celebración de la Feria de Arte Iberoamericano Foro Sur. "Llevan dos años sin cumplir su compromiso. La idea era que ellos mantenían la iglesia y nosotros le cedíamos el sitio para Foro Sur, pero no han cumplido", insistió. Y añadió que desde la entrada del nuevo gobierno regional tampoco se ha llegado a un acuerdo para que se lleven a cabo estos arreglos. Este diario se puso en contacto con la Consejería de Cultura, que declinó hacer ninguna declaración al respecto.

El deterioro de las pinturas exteriores se nota ya en la torre del campanario, en el frontal y en los muros laterales de la iglesia, en los que se observan grandes sombras que contrastan con el color blanco de la fachada. Además, según indicó el dean, José Antonio Fuentes, algunas pinturas del interior también se han deteriorado. "Sería necesario también restaurar las pinturas que hay en el interior", dijo.

SU HISTORIA La iglesia de la Preciosa Sangre es barroca. Fue fundada por Francisco de Vargas y Figueroa en 1698. Se bendijo en 1752 pero poco tiempo disfrutaron los jesuitas de estas instalaciones, pues tuvieron que abandonar la ciudad por disposición real en 1767. En el interior del templo destaca el retablo mayor, que es de tipo cascarón, anexionándose a las paredes del presbiterio como un guante. El retablo data de 1753, es rococó y bien dorado, de un cuerpo con banco, tres calles y remate, con columnas de orden gigante, estriadas y con rocallas en su centro, todas de orden corintio.