Aldonza de Torres fundó el convento de Santa Clara en 1561. Cuatrocientos años después, catorce monjas de clausura de la orden Hermanas Pobres de Santa Clara siguen habitando el recio edificio, donde no se ha acometido ninguna reforma de importancia en los últimos tiempos. Pero el mal estado de la cubierta, su antigüedad y otros desperfectos, sobre todo el daño provocado por las termitas en los elementos en madera, incluida parte del retablo, han obligado a la comunidad religiosa a iniciar una obra de coste millonario dadas las peculiares características del edificio, cuyo gasto tendrá que ser asumido en buena parte por las propias monjas.

La Obra Social de Caja Extremadura se ha mostrado sensible hacia esta necesidad tanto por la humilde economía de la orden como por el valor patrimonial del inmueble, y ha decidido financiar íntegramente los trabajos de la cubierta, que se elevan a 48.000 euros (ocho millones de pesetas). El resto de las reformas deberán ser costeadas por las monjas, que harán frente al pago de manera escalonada mediante su trabajo diario: la costura y la plancha de todo tipo de complementos del hogar (cojines, cortinas, colchas...), además de túnicas de las hermandades de Semana Santa y trabajos similares que les encargan los ciudadanos de forma particular.

Fachadas, campanas... No obstante, las religiosas se mostraron ayer muy cautas a la hora de hablar de las obras y no quisieron desvelar los detalles ni el coste íntegro, en consonancia con su discreción habitual. "Estamos agradecidas a Caja Extremadura y a la empresa que realiza las reformas", subrayaron. De hecho, la entidad financiera corre con una parte muy importante, el arreglo de la cubierta, que tendrá que renovarse debido a su mal estado y al considerable peso que actualmente reposa sobre la estructura del convento.

También se realizarán mejoras en la fachada, donde se eliminarán unos hierros colocados hace años y se remozarán las zonas deterioradas. Asimismo, los trabajos se extenderán al interior del convento, sobre todo a la iglesia, donde existen algunas partes afectadas por las termitas (habituales en este tipo de edificios) como las puertas previas al cancel o una pequeña parte del retablo (fechado en el año 1750, de estilo rococó), que es el elemento más importante del templo. Además, se actuará en otros elementos del inmueble como las campanas (hay que enderezarlas, reformarlas y pintarlas).

En marcha Las obras se iniciaron hace dos semanas y se prolongarán hasta abril o mayo, aunque su duración dependerá de la meteorología. Permitirán mejorar un edificio muy conocido y característico del patrimonio cacereño pese a su ubicación extramuros, que además se alza frente a uno de los accesos más transitados de la ciudad monumental: la puerta de Mérida.