Los cheniles de los perros no están debidamente acondicionados, ni el pavimento es el adecuado para las limpiezas diarias que exige el recinto (un simple cemento que se levanta con frecuencia), ni tampoco hay agua caliente. La Asociación Cacereña para la Defensa de los Animales lleva cinco años esperando que comiencen las obras comprometidas por el ayuntamiento, sin que por el momento se haya introducido ninguna mejora. El gobierno local estudió incluso la creación de una nueva perrera en la zona debido a la situación de la actual --las condiciones no son las idóneas y está saturada--.

"Tampoco tenemos coche para transportar a los animales abandonados hasta las instalaciones, o desde allí al veterinario. La furgoneta se averió en enero y todavía no nos han facilitado otro vehículo, sea cual sea, nos da igual. Todos los días realizamos varios traslados con nuestros coches, incluso algunos ciudadanos nos traen perros de la calle en sus vehículos", explica la presidenta, Juana García.

La protectora se hizo cargo de la instalación hace seis años. No tenía teléfono, ni siquiera luz eléctrica. El ayuntamiento introdujo ambas dotaciones, pero el resto siguen pendientes "y no se trata de grandes inversiones", precisa Juana García. Las más importantes son un dispositivo de agua caliente y un suelo resistente al agua y al calor, que no se deteriore ni forme balsas. "No pedimos nada especial, sólo facilidades para guardar la higiene".

También solicitan reducir la altura de los cheniles de los perros y eliminar las chapas de las puertas para dejarlas diáfanas. Ambas mejoras acabarán con la algarabía, los ladridos y los saltos (algunos se enganchan las patas en la chapa) cuando hay movimiento en la perrera, ya que los animales no ven el exterior.

El recinto suele estar saturado, con una media de 70 canes y hasta 90 en temporadas de caza y verano, pese a que la capacidad máxima es de 60. Pero la protectora se conforma con las mejoras y no pedirá de momento la nueva perrera, ya que carece de personal para atenderla.

SIN MANOS SUFICIENTES "Tenemos dos empleados --uno a media jornada-- con la ayuda que nos concede el ayuntamiento. Además de ellos, sólo estamos 5 voluntarios para dar de comer, lavar, pasear, curar, llevar al veterinario y atender cada día a los animales. Nos consume todo el tiempo al margen de nuestro trabajo", afirma Juana García.

La protectora tampoco ha podido diseñar una campaña de concienciación contra los abandonos para este verano. "La subvención municipal nos permite alimentar a los animales, esterilizarlos o castrarlos (se entregan así en adopción para evitar camadas indeseadas), vacunarlos y poner el chip a todos, pero no podemos afrontar otros gastos. Las cuotas de los socios tampoco dan para más", explica.