No parece que demonizar a la dirección del ICOMOS o inmiscuirse en las desavenencias de la dirección y los representantes de la ciudad en este organismo sea la solución a los problemas de las obras en la ciudad Monumental.

Los planos del hotel han pasado el filtro de varias comisiones de cuya solvencia y honorabilidad no existen razones para dudar de manera que será prudente esperar a comprobar si las obras siguen las indicaciones de los planos presentados y aprobados. Pero tampoco cabe desechar a priori los informes del ICOMOS.

Probablemente este organismo juzgue en función no ya de la excelencia, cosa que todos deseamos para la joya que hemos heredado y que estamos obligados a transmitir a las sucesivas generaciones en el mejor estado de conservación posible, sino de la exquisitez.

Y acaso sea conveniente preguntarse si la exquisitez es un valor absoluto o por el contrario pueden ponérsele límites en función de las necesidades y del progreso del conjunto de la población. Porque la rigurosidad en las exigencias urbanísticas y el conservacionismo pueden impedir no solo la apertura de negocios sino la habitabilidad misma del recinto y dejarle sin vida.

Será conveniente actuar con prudencia pero con audacia y buscar soluciones imaginativas que permitan que un recinto pensado y edificado para que entre sus muros discurrieran la vida y los afanes de los hombres de siglos pasados pueda albergar las inquietudes de los cacereños de los siglos venideros.