Mientras escribo estas líneas, 10.30 de la mañana del sábado, contemplo a varios jóvenes de ambos sexos utilizando el jardín del número dos de la calle Dr. Fleming como mingitorio mientras otros los imitan en la puerta de una cochera. Escenas como estas se repiten cada pocos minutos y diariamente. Me vienen a la memoria las palabras del Presidente de la Junta y me pregunto: ¿Bastará la buena voluntad de Vara para solucionar esto?. Veo cómo algunos deportistas, a falta de recintos deportivos, patean un contenedor y tengo la tentación de decirles que son responsables y conscientes, pero que no se han enterado. No sé a qué espera el consejero de la Juventud para decírselo. Cuando salí a comprar los periódicos la acera estaba sucia de vomitonas y cristales rotos. Por poco tiempo, pues está al caer un pacto que obligará a vomitar en casa y a llevarse los cristales rotos.

Se lo comento a un vecino muy viajado y me contesta: "Esto no pasa en Viena pues si pillan a uno meando en la calle le ponen una multa que le produce retención de orina para toda la vida". Pero, evidentemente, esto no es Viena, algunos de nuestros jóvenes no son europeos y nuestras autoridades tienen alergia a las sanciones ejemplares, no sea que les llamen fascistas.