Para la mayoría de los ciudadanos, acceder a los servicios municipales por la puerta de Gran Vía no supone más molestias, salvo el tiempo que puede perderse si hay más usuarios. Y ahí está el error: para la mayoría... Rocío Preciado García tiene una discapacidad del 72% que le obliga a desplazarse en una scooter de movilidad reducida que le otorga la libertad que siempre ha buscado, hasta que se topa con situaciones como la de ayer.

«He ido al registro del Ayuntamiento de Cáceres para entregar una solicitud de ayuda a domicilio», explicó a mediodía. «No podía entrar porque existía un peldaño alto y una puerta demasiado estrecha. Ha sido una odisea», relató a este diario. Otras veces se ha resignado, pero ayer no. Le cuesta entender que la principal administración de la ciudad tampoco sea accesible. «Me pasa a diario cuando salgo a mis rutinas. Vivo en La Cañada, ni siquiera puedo coger el autobús porque la moto no es compatible, y tampoco tengo un acerado por el que venir hasta el centro», detalla.

IGUALDAD REAL

Ayer se sintió muy incómoda. Un empleado municipal se ofreció a decirle a las funcionarias que salieran a recoger su documentación, pero Rocío no quiere sentirse distinta, quiere un trato igual que el resto. «Estoy muy agradecida porque la gente que estaba en la cola se ofreció rápido a entregar mis papeles en el registro, finalmente tuvo que hacerlo un conocido, pero no hay derecho a que nosotros tengamos que pedir favores personales para entregar documentación confidencial, reitero, siempre con todo mi agradecimiento a quienes me ayudan», declaró.

Rocío Preciado tiene 36 años. Lleva toda la vida luchando por ser independiente, por no depender de nadie, por salir a la calle sin tener que ir acompañada. Asegura que todavía queda mucho camino por andar en el tema de la accesibilidad. «En el mismo centro de Cáceres resulta difícil desplazarse. A veces no hay bordillos rebajados, otras veces están destrozados, y vas con miedo a caer», lamenta.