Es una estafa en toda regla y se ha disparado en Cáceres durante el primer semestre del año, con 130 reclamaciones presentadas ante la Asociación de Consumidores Acuex. Se llama slamming telefónico y se produce cuando una compañía da de alta a un cliente sin que éste lo sepa, y a la vez le da de baja en su operadora anterior. Para ello utiliza tretas y engaños, incluso a veces realiza el cambio directamente, sin más. "Las quejas de telefonía son las que registran el mayor alza, la gran mayoría por slamming ", explica a este diario el secretario de Acuex, Lino Floriano.

Generalmente el usuario se percata de la estafa cuando recibe la primera factura a nombre de la nueva compañía, que además puede ser más cara. Pero los problemas continúan: el consumidor no es capaz de darse de baja, no le liberan la línea, y si se resiste a abonar la factura, la operadora puede incluirle en las listas de morosos (por ejemplo la Asnef) que manejan las empresas bancarias y otras entidades.

¿Pero cómo se llega a este extremo? Muy sencillo. La empresa envía una papeleta de un concurso que en realidad supone una autorización para cambiar de operadora, o remite un cheque que en caso de ser depositado le da permiso a la compañía para tomar posesión de la cuenta del cliente. También envía papeletas a rellenar con la cláusula que autoriza el cambio escrita en inglés, o regala un teléfono al usuario y al utilizarlo se da de alta sin saberlo en la nueva empresa. A veces falsifica incluso la firma de la persona, o llama a su puerta fingiendo ser de la compañía habitual y le pide un recibo para copiar los datos y hacer el cambio, incluso le dice directamente a la operadora original del cliente que éste se da de baja.

OJO CON LOS DATOS Según Lino Floriano, la estafa se está registrando principalmente en pequeños municipios de la provincia, sobre todo entre personas de mayor edad. "A veces simulan que son de su compañía habitual y les piden los datos para alguna rectificación. Hay que tener cuidado y no facilitar a la ligera la documentación, ni por teléfono ni en persona", indica.

El slamming nació como consecuencia de las batallas publicitarias y de tarifas que mantienen las compañías. El problema es tan grave que EEUU ya ha articulado su propia normativa para proteger al consumidor de esta práctica, con serias penalizaciones económicas para las empresas que cometen la estafa. En España, según Floriano, existen varias operadoras que realizan esta práctica sin ningún recelo. ¿Pero por qué salen indemnes? Es fácil: "Suelen someterse a las Juntas Arbitrales de Consumo, un sistema extrajudicial y voluntario, y le dan la razón al usuario. De hecho, en los casos que llevamos en Extremadura es así. Por tanto, evitan ir a juicio". En este proceso ganan meses, tiempo, llamadas y algún cliente.

Las cosas se complican un poco más cuando el slamming se realiza sobre las líneas ADSL, ya que el usuario tarda varios meses en lograr que la liberen para restituir su anterior contrato.