Todo el mundo sabe que en la ciudad feliz sólo mandas si eres de Zamora, si eres de algún pueblo de la provincia o si te apellidas Corrales. También es sabido que en Cáceres, la política, la iniciativa empresarial o cualquier otra actividad procuradora de riesgo, desasosiego e infelicidad no han sido nunca disciplinas que gocen de gran predicamento.

Si se compara con otras capitales y villas de renombre, Cáceres tiene una nómina de políticos bastante exigua y, si se afina mucho, sólo Alvaro Gómez Becerra, Nicolás de Ovando (que era más de Brozas que de Cáceres) y, quizás, algún Carvajal o algún Golfín pueden considerarse verdaderamente prohombres de la política española.

Remontándonos a los tiempos de la Reconquista y a la plena Edad Media, podríamos fijarnos en Juan Blázquez, fundador del linaje de los Blázquez, que entró en Cáceres con Alfonso IX el día de la reconquista definitiva y construyó lo que hoy es el palacio de Mayoralgo.

PRIMER GAY CACEREÑO

Más importante parece haber sido don Gome de Solís, personaje de relieve en la corte de Enrique IV el Impotente y, muy probablemente, el primer gay cacereño reconocido. Don Gome fue maestre de Alcántara y recibió mercedes de su rey (que la familia cedió a la villa) antes de traicionarlo y marcharse con los Ovando a la facción partidaria del infante Alfonso, mientras los Ulloa, otra saga cacereña, abrazaba la causa de Enrique IV. Parecida división se podrá observar 400 años después cuando los Ulloa y los Carvajal defiendan las posiciones liberales y los Ovando, las absolutistas.

Hablando de los Ovando y los Carvajal, hay que señalar que ambos conforman sagas fundamentales en la vida política española. Diego de Ovando, también conocido como El de Cáceres o El Capitán de Cáceres, participó en la Farsa de Avila contra Enrique IV y será luego partidario de Isabel la Católica en su lucha contra la Beltraneja. Fray Nicolás de Ovando será el primer gobernador de la América hispana.

En cuanto a los Carvajal, tenemos al cacereño José de Carvajal y Láncaster, ministro de Fernando VI, que estimula la pequeña industria, funda la Academia de San Fernando y preside la Real Academia de la Lengua. Andando el tiempo, Gonzalo López Montenegro Carvajal será alcalde de Cáceres en 1920 y en 1936 cederá su palacio de los Golfines de Arriba para que Franco instale en él su cuartel general, donde será proclamado Caudillo.

Por el medio nos han quedado los insignes Golfín. Sancho Paredes Golfín srá camarero de Isabel la Católica y maestresala del infante don Fernando. Fernando Golfín será escudero de este infante, hermano de Carlos I y luego emperador de Alemania. Pedro Cayetano Golfín salvará Cáceres de ser arrasada, con la ayuda de Gómez Becerra, durante la guerra de la Independencia. En su palacio dormirán los generales Víctor y Soult al igual que años antes lo habían hecho los Reyes Católicos. Otro Golfín, Francisco Fernández, será fusilado en 1831, por orden de Fernando VII, en compañía del general Torrijos por defender la libertad.

Hemos nombrado a Alvaro Gómez Becerra, quizás el político más importante que ha dado Cáceres y que llegó a ser presidente del gobierno. Es de los pocos prohombres de la ciudad feliz que no descendía de alta cuna. Lo mismo le sucede a la saga más reciente, los Corrales, cuyo abuelo tenía una famosa tapicería en la intersección de Roso de Luna con Donoso Cortés y Pizarro.

De tres de sus hijos nacieron tres importantes cacereños. Carlos Floriano Corrales, presidente del PP extremeño, es hijo de Cristina Corrales. La madre del exconsejero socialista Santiago Alvarado Corrales es Pepi Corrales y Román Corrales es padre del escritor, investigador y alma de la Semana Santa cacereña Alonso Corrales Gaitán.

Hay otro Corrales en la cumbre, Chema Corrales, flamante director general de Promoción Cultural, pero éste desciende de Miajadas y pertenece a otra saga en la que descuella también su primo Vicente Llanos, exalcalde de Miajadas y vicepresidente de la Diputación de Cáceres.