La Sierra de la Mosca tiene demasiadas fincas donde el pasto y la maleza proliferan sin control. Sin duda, un filón para los incendios. Por ello, la ciudad mira cada verano preocupada a la Montaña, su pulmón, donde no hay año sin susto. El 22 julio del 2019, medios terrestres y aéreos dieron combate a un fuego en el Cerro de la Buitrera, que ha vuelto a arder el pasado 26 de julio, arrasando cuatro hectáreas de olivar en plena madrugada. Otro incendio en la solana puso en jaque a helicópteros y medios terrestres en agosto de 2017, cuando las llamas se veían desde toda la ciudad. En 2018 ardió la zona del Romeral. El pasado jueves se registró el último fuego de pastos en la falda baja de la solana. La Montaña es un polvorín, lo saben los pequeños ganaderos de la zona y los vecinos de estas viviendas rodeadas de vegetación. Por eso se han puesto manos a la obra.

En realidad las reuniones entre ellos comenzaron hace cinco años, pero ahora quieren dar el espaldarazo definitivo. Pretenden crear una Agrupación de Prevención y Extinción de Incendios, figura recogida en el Plan de Prevención de Incendios Forestales de Extremadura (PREIFEX), aprobado por Decreto 86/2006, de 2 de mayo. Además, quieren que el ayuntamiento forme parte de la misma y ya han mantenido reuniones a nivel técnico. El primer paso en firme será el encuentro ya fijado en octubre con la Dirección General de Política Forestal, responsable de las competencias y de la financiación de estas actuaciones.

Porque el fin primordial de la futura agrupación es la creación de un plan específico de prevención de incendios para la Montaña. Es decir, poner el parche antes de la herida. En ello están ya embarcadas la cooperativa Actyva, dedicada a la obtención de productos ecológicos mediante proyectos de economía cívica, la Asociación de Amigos de la Ribera del Marco y las dos agrupaciones de vecinos de la zona de la Montaña. Una de las medidas más llamativas que pretende introducir dicho plan es el fomento de las denominadas ‘ovejas bomberas’, rebaños que han vuelto a reorganizarse en otros territorios españoles para realizar el desbroce más natural y sostenible posible: comerse los pastos.

En realidad, Actyva pastorea por la Montaña con un rebaño de merinas negras (especie en extinción) desde el año 2013. Lo hace por la zona de la solana, en parcelas cedidas por los vecinos, y por Valdeflores, en una bella extensión que tiene en alquiler. Muchos propietarios les piden el favor de que metan las ovejas en sus fincas para prevenir el fuego, especialmente este año de pastos abundantes y sobre todo tras el bando municipal que instaba a tener las parcelas limpias antes de junio. «Nos ha sido imposible atender todas las demandas», reconoce Gonzalo Palomo, presidente de Actyva.

MÁS BARATO Y BENEFICIOSO

De ahí el propósito de organizarse a través de un plan de prevención con otros rebaños que pastan en el entorno de la Sierra de la Mosca. «El mantenimiento con ganadería es bastante más barato que los desbroces mecánicos. Además se trata de un proceso que genera valor porque a la vez obtienes productos como carne, leche, queso o lana», destaca Gonzalo palomo.

También se plantean crear un rebaño de ‘ovejas bomberas’ destinado ex profeso a este fin. «Sería además un rebaño ‘de ocio’, es decir, en el que podrían participar los ciudadanos ayudando al pastoreo y a los cuidados, y encargándose de un número de ovejas», señala Pedro Martín, portavoz de la Asociación de Amigos de la Ribera del Marco. Este colectivo y Actyva proponen además la reutilización de las grandes naves del Romeral, finca municipal situada junto al Centro Joven, en la Charca del Marco. El ayuntamiento ha tenido que vallarla para evitar la proliferación de botellones y otros usos indebidos. En esta zona realiza Actyva sus jornadas de esquileo. «Son instalaciones realmente idóneas para albergar ovejas que ayuden a limpiar la Montaña», subraya Pedro Martín.

REBAÑOS COMPARTIDOS

Se trata en cierto modo de recuperar el modelo de los antiguos rebaños concejiles y aplicarlos a las ‘ovejas bomberas’. «Desde Actyva ya gestionamos las merinas negras de manera cooperativa: los socios nos organizamos para el cuidado del rebaño, y lo mismo se podría aplicar cuando se sumen más ovejas al plan de prevención de incendios que queremos poner en marcha», plantea Gonzalo Palomo.

Tanto el plan como la nueva agrupación se basarán en otros proyectos similares que ya existen en distintos puntos de Extremadura, aprobados por la Dirección General de Política Forestal. «El decreto permite que los propios vecinos y el ayuntamiento redacten y gestionen su plan. Comenzamos a establecer los contactos con la anterior corporación municipal y estamos pendientes de una reunión formal con la actual para concretar objetivos. En octubre queremos empezar a avanzar en firme mediante el encuentro con el director general de Política Forestal», relata el presidente de Actyva.

PLANIFICACIÓN POR RIESGOS

Porque la creación de un proyecto de prevención de incendios en la Montaña no es fácil. En primer lugar hay que realizar «una planificación estratégica que indique las zonas de mayor riesgo, y cuáles son las que requieren en principio un desbroce mecánico por su mal estado, que luego pueda mantenerse con ganado», detalla Gonzalo Palomo. «Debe estudiarse y coordinarse, no se puede hacer de un día para otro», subraya.

Y es que en la Montaña hay mucha tarea por delante, amplios olivares y extensiones de encinas sin mantenimiento. «Pero las ovejas no pueden entrar en fincas que no estén valladas o carezcan de agua, por ello se necesita un plan que determine, por ejemplo, qué parcelas son fundamentales para hacer de cortafuegos. En ellas sí se podrían ir acometiendo poco a poco estas infraestructuras y el ganado garantizaría su limpieza. Desde Actyva, por ejemplo, no tenemos capacidad financiera para acometer esos gastos en los terrenos que nos ceden, aunque sea a largo plazo», indica Gonzalo Palomo.

Un plan que permitiría desbrozar la Montaña al paso de las ‘ovejas bomberas’, desde sus principales pastos en Valdeflores hasta el Romeral, espacio situado junto al casco urbano. Ya el pasado año, la nueva corporación municipal mostró su preocupación por el continuo riesgo de incendio en la Sierra de la Mosca. En agosto se creó un órgano de coordinación para establecer reuniones periódicas entre efectivos del plan Infoex, bomberos del Sepei, Seprona (Guardia Civil), Policía Nacional y Local, a fin de abordar un plan de prevención y emergencia de extinción de incendios. Posteriormente, el consistorio, Infoex y Sepei se reunieron con los vecinos de la Montaña a fin de iniciar una campaña de información y prevención puerta a puerta sobre cómo actuar en estos casos.

Ganaderos y titulares de fincas quieren sumarse a estas actuaciones mediante la principal fórmula que arbitra la Junta de Extremadura, es decir, la Agrupación de Prevención y Extinción, donde ellos puedan hacer sus aportaciones y formar parte de la solución. La pelota está en el tejado de la Administración local y regional. La Montaña espera.

LO QUE EL FUEGO PUEDE LLEVARSE

La Sierra de la Mosca es una «joya natural» por la diversidad de flora y su buena conservación, y porque muchas especies utilizan este lugar «como último reducto para sobrevivir ante un cambiante panorama socioambiental». De ahí la importancia de mantenerla también a salvo de las llamas. Sus características geomorfológicas, climáticas, paisajísticas e hídricas la convierten en «un oasis de biodiversidad». Así lo recoge el informe realizado por profesionales y científicos para respaldar la solicitud de declaración de esta zona como ‘Paisaje Protegido’, enviada a la Junta por 43 colectivos en contra de la mina.

El hábitat predominante es el bosque y matorral mediterráneo, con una completa representación de plantas y animales ligada al mismo, gracias a que la zona ha sido poco manipulada. En las umbrías dominan los alcornoques acompañados de madroños, enebros, durillos, brezos y escobas. Las solanas, además de alcornoques, albergan encinas, perales silvestres, jaras, majuelos, aulagas o cantueso. Además, la sierra da cabida a áreas de castañar, pinar, ribera, prados y dehesa. Hay 22 especies de orquídeas y una rica biodiversidad de hongos, sobre todo de los géneros Amanita, Boletus, Russula y Lactarius.

Por todo ello también acoge una gran cantidad de especies vitalmente ligadas a estos espacios: anfibios, reptiles, aves y mamíferos, en muchos casos protegidos por su excepcionalidad.