Nada es comparable a la plaza de San Jorge. "No es lo mismo un teatro acotado en negro que un estreno nacional en un casco histórico tan impresionante y espectacular como el de Cáceres, la ciudad donde el paisaje es un personaje". Alberto Castrillo-Ferrer es el director de La Comedia de los Enredos. Ayer, en el restaurante Torre de Sande (no faltaron las cerezas ni el tradicional elegante pavo real buscando un sitio entre la sombra) irradiaba felicidad. No es para menos. Su compañía, El Gato Negro, ha hecho la adaptación de la obra más breve de Shakespeare que abrirá esta noche (22.30 horas) la XXVII edición del Festival de Teatro Clásico.

Alberto Castrillo-Ferrer no acudió solo a la conferencia de prensa. Lo hizo acompañado de la directora del Gran Teatro, Silvia González, pletórica porque La Comedia de los Enredos sirve para recuperar merecidamente la plaza de San Jorge como espacio habitual de las representaciones; por el actor J. J. Sánchez y por Carlota Pérez-Reverte, que ha sido la encargada de la adaptación de esta obra situada en Efeso, en la que se juega con los enredos que provoca la confesión de dos parejas de gemelos, amos y criados, que se confunden incluso entre ellos mismos.

El festival ha eligido este año empezar con una sonrisa, porque "hacer comedia es el acto más político que puede haber", sostiene Castrillo-Ferrer, dispuesto a conseguir que esta noche el público viaje con los actores en una obra que es como un juguetito que Carlota Pérez-Reverte ha mejorado, como Shakespeare mejoró la obra de Plauto en la que se inspiró, y éste a su vez la griega Los Gemelos de Posidipo, basada asímismo en un cuento de tradición popular.

La Comedia de los Enredos es actual porque "las cosas que nos hacen reír son las mismas y los chistes sobre los políticos son atemporales", argumenta Carlota. Claro que esta obra es muy recomendable, porque "es energía, es trepidante y con mucho ritmo", señala J. J. Santos, que recuerda que está inspirada en la comedia del arte, con una escenografía en la que los actores se hacen juguetes, marionetas, títeres, lindos muñecos. Y porque habla de la inmensidad del mundo, con vestuario clásico, con una prosa cuidada, algunos versos. Que "oyes a Shakespeare y es un caballo trotando". Por eso vayan esta noche a San Jorge, que Alberto Castrillo-Ferrer pide "un aplausazo de pie para que la tengamos que hacer dos veces". Voilá.