TEtl pasado 12 de agosto fue el Día Internacional de la Juventud. Muchos niños y muchos jóvenes, anhelando su futuro en una época complicada, han tenido un verano de ocio y de nuevas experiencias. El hecho de participar en una actividad de ocio y tiempo libre durante el verano, proporciona beneficios que sin duda reportan un valor añadido a la educación integral tan necesaria de nuestra infancia y nuestra juventud. Formar parte de la organización de un campamento es un acto de valentía. Estas líneas son un reconocimiento a aquellos monitores y directores de tiempo libre que dedican su tiempo a formar a miles de personas que valorarán los días de campamento como una de las experiencias inolvidables del verano.

La libertad que aporta este tipo de actividades representa enseñanzas y aprendizajes en habilidades y destrezas que sirven para muchos ámbitos de la vida. Ser capaz de convivir, a través del respeto y del compromiso, con un grupo de iguales, ayuda en un nuevo modelo de participación y de civismo. La magia y la ilusión en el rostro de nuestros chicos y chicas son revulsivos en estos tiempos difíciles. Actuar sabiendo que tras un juego o una actividad hay una sonrisa de agradecimiento infinito es algo impagable. Para muchos monitores y directores de tiempo libre también es una oportunidad de crecer y seguir formándose.

Hay muchos momentos de espera para el siguiente campamento, hay muchos recuerdos, muchas lágrimas de despedida, y toneladas de inocencia. Ojos cargados de sinceridad y de muestras de cariño, mentes alejadas de tantas preocupaciones y tantas situaciones complejas.

Por eso, al hablar de campamentos no podemos olvidarnos de los padres y madres que se afanan porque sus hijos tengan el mejor futuro posible, aun a costa de que su presente esté lleno de momentos de incertidumbre. Por eso, apostar por un campamento es apostar por el futuro y por la felicidad de quienes los organizan y disfrutan de ellos.