TGtustan los políticos de apelar a conceptos grandilocuentes como el sentido de Estado cuando precisan consensuar algo. Ocurre que esos mismos políticos se olvidan rápidamente del entusiasmo con que lo reclamaban en otros si son ellos los que tienen que aplicar el espíritu de consenso.

Rajoy y Cospedal se enfrentan a la rebelión de sus barones agraviados. Les han afeado que disientan, pues para sacar adelante España hay que obedecer a Rajoy. Y aceptar el déficit a la carta. Les exigen que consensúen. Me parece bien. Deploro las riñas de patio de colegio entre gobernantes del propio partido, creo que la ropa sucia se lava en casa y que no hay camino más rápido para perder la autoridad que desautorizarse en público.

Dicho lo cual afirmo que la ropa hay que lavarla, y que antes de dar tres cuartos al pregonero en un camino aprovechado de búsqueda de votos, tendrían que haber llegado a un criterio común, cediendo unos y otros con la generosidad que se les pide. La que le ha faltado a un Gobierno que demanda en otros lo que él no tiene. Y en temas más trascendentes si cabe.

El viernes aprobó la séptima Ley de Educación de la democracia, con el consenso de todos sus ministros, la oposición de toda la ídem, la contestación de la calle y la desconfianza de la escuela pública. La comunidad educativa sabe, empero, que esa ley nace con vocación de caducidad, pues ya se ha encargado Elena Valenciano de anunciar a los cuatro vientos que cuando ellos ganen -y alguna vez ganarán- cambiarán la ley.

Pero ¡qué pecado hemos cometido profesores, padres, personal no docente y sobre todo los inocentes alumnos españoles para estar sometidos por los sucesivos gobernantes a continua marejada y vaivén! Aquí cada uno que llega pone su huevo en lugar de reconocer con humildad que en asunto tan delicado y trascendente hay que saber escuchar, trabajar con denuedo, conseguir unanimidad de criterio en las cosas esenciales y no abusar del cambio por el cambio. A Wert no le preocupa que la ley se apruebe sin consenso. ¿Pactar? Que pacten los otros.