De primero, paella, de segundo, pollo y de postre, ácido sulfúrico. Los vecinos de Hernán Cortés no se acostumbran al espanto. En esta calle, convertida en circunvalación de Cáceres, es frecuente observar desde los pisos bajos cómo se detiene ante la ventana un camión cargado de cloratos, amoniaco o bromometano.

Lo que sucede en las avenidas Hernán Cortés o Virgen de Guadalupe pasa en muy pocas capitales de provincia españolas. A Cáceres le cabe el dudoso honor de ser la capital más poblada sin autovía y una de las siete que no cuentan con una circunvalación completa. En Salamanca, Huesca, Zamora, Segovia, Ourense y Ciudad Real, las mercancías peligrosas también cruzan los barrios.

En la vecina capital charra, ya está en marcha la carretera que rodeará el casco urbano por el oeste. En Zamora, la autovía de la Plata también solucionará los problemas. En Huesca, sólo la N-240 a Lérida toca la urbe; en Ourense, es peligroso el tráfico de Santiago y Lugo, aunque la autovía compostelana se acerca a la capital y acabará con los males.

ACCESO A OLIVENZA

En Ciudad Real, sólo la carretera de Toledo complica el tráfico pesado y en Segovia parece más enrevesada la situación. Existen otras ciudades con problemas menores como Badajoz (acceso a la carretera de Olivenza), Córdoba (hacia Palma del Río), Teruel (ruta de Alcañiz), Avila (a Maqueda) o Las Palmas (enlace a Gáldar).

En Cáceres, la ronda norte y la autovía de la Plata paliarán relativamente el desbarajuste porque la ronda será desde su inauguración una vía semiurbana y el barrio de Nuevo Cáceres (Pierre de Coubertin) seguirá siendo la circunvalación hacia la carretera de Miajadas y Don Benito.

La solución efectiva sería el enlace entre la proyectada autovía de Trujillo y la autovía de la Plata, pero el ministerio de Fomento no lo contempla por ahora y sólo la presión de empresarios y políticos, liderados por el alcalde de Cáceres, José María Saponi, podría cambiar las cosas.

Mientras tanto, los camiones seguirán pasando bajo los balcones cacereños. Llevan productos comburentes como el oxígeno, inflamables como la gasolina, explosivos por fricción como el acetileno o corrosivos como el ácido sulfúrico. Van a las fábricas de pintura, fertilizantes o plásticos de la zona, a las papeleras lusas, a las industrias donde hay que desengrasar o limpiar grandes superficies. Y mientras llegan o no, amargan el postre a los vecinos.