Hace frío en La Mejostilla. La marquesina de la calle Tomás Pulido está en plenos Llanos de Cáceres y el relente silba amenazante de sabañones. José se pasea inquieto: está a punto de vivir la odisea de cada día: llegar a clase a la hora en punto. José estudia Derecho y debe estar en la facultad a las 17 horas, pero se la juega, como todas las tardes.

Afortunadamente, el bus urbano de la línea 2 llega puntual: 13 minutos exactos después de su antecesor. Son las 16.27 y José comienza su aventura. "Me la tengo que jugar todos los días. Bajo en la parada de la Cruz Roja, salgo pitando hasta la parada de enfrente y si hay suerte, para el del campus, pero como venga hasta arriba, pasa de largo y llego tarde a clase".

Efectivamente, al llegar a la Cruz Roja, saltamos del vehículo corriendo, cruzamos el semáforo en rojo, sorteamos los coches que bajan por la carretera de Madrid y nos colocamos en la parada de la avenida de los Quijotes. "¡Ahí viene!", avisa José excitado. Después se hace la pregunta que inquieta cada día a 300 jóvenes cacereños que viven en La Mejostila, Pinilla, San Blas, Plaza de Toros: "¿Parará o no parará?" Y no paró.

Los padres de estos cuatro barrios cacereños se han inscrito en el registro oficial del Ayuntamiento de Cáceres como plataforma vecinal cuya única pretensión es que sus hijos no lleguen tarde a clase. En la Universidad Laboral, 203 de los 379 estudiantes cacereños matriculados sufren cada día la prueba del bus incierto. A ellos hay que sumar los universitarios.

La presidenta de la plataforma, Concepción Salgado, explica que los chicos han de levantarse dos horas antes de que empiecen las clases a pesar de que desde sus casas observan a tiro de piedra tanto la Universidad Laboral como las facultades.

JOSE LLEGA TARDE

José no llegará a las cinco a clase. El siguiente autobús pasa a las 16.58. Esta vez sí se detiene. Hará cuatro paradas antes de llegar a Derecho a las 17.05. Seis minutos después llega al CEI (antigua Universidad Laboral). José ha tardado 38 minutos desde su parada de autobús hasta su facultad.

José propone soluciones: "Cada hora pasan ocho-nueve buses hacia el campus. En las horas punta, pasan 14, pero la hora punta acaba poco después de las 16 horas y deberían dejarla hasta las cinco, por lo menos. Otro fallo es que tienes que coger dos billetes o picar dos veces la tarjeta mientras que en otras ciudades te dan media hora para poder hacer transbordos sin tener que pagar dos viajes".