La eterna disyuntiva. Tras la aplaudida recuperación del escenario de San Jorge para el festival de teatro clásico se reabre la herida entre los vecinos y las asociaciones sobre la organización de eventos en el recinto intramuros.

Los argumentos favorables al uso de estos espacios se suceden por parte de colectivos culturales y aficionados, pero entre los vítores, resuenan las voces críticas de los vecinos que pidenuna y otra vez que se respete el silencio histórico que caracteriza a la zona el resto del año. El afamado Womad -para el que tan solo quedan unas semanas-, el Irish Fleadh, el Europa Sur, el festival de blues, Extrepride, el escenario Amex y, aunque en otra sintonía, el festival de teatro clásico, comparten como atractivo la combinación de su actividad con el encanto que ofrece la ciudad monumental.

Desde el Foro de los Balbos y la plaza Mayor hasta la plaza de San Jorge y la amplia explanada de las Veletas y San Mateo lucen como escenario de las citas musicales de la capital cacereña y consiguen atraer a millares de espectadores y curiosos, ya sean cacereños o no. Hasta aquí todo bien. La polémica comienza cuando los eventos rebasan la hora de descanso nocturno. El ruido es la principal bandera que enarbolan los vecinos, en su mayoría de una franja de edad que supera los 50 años, para posicionarse en contra. Un vecino del adarve del Cristo pasea a su perro que prefiere no desvelar su identidad y atiende a las siglas de M. M. añade que “la música es muy molesta, mi mujer entra a trabajar a las seis y esos días no descansa nada”. Curiosamente, y aunque son mayoría los que lamentan que este factor altera su confort habitual, también existen argumentos favorables. De hecho, tan solo una calle más arriba, Antonio Torres, que vive en la Cuesta del Marqués desde hace más de cuarenta años añade que “a mí no me molesta para nada, lo único que trae es beneficio y eso siempre se queda en la ciudad”.

No obstante, aunque las quejas por ruido son las que llegan más alto, muchos residentes de intramuros aclaran que no son los festivales en sí los que perturban su calma, sino el público que asiste. En este sentido, se muestran benevolentes con el resto de festivales como el clásico pero colocan al Womad en la cúspide de la pirámide de la queja y lamentan los olores y la suciedad que deja su presencia. “El año pasado gasté una caja de lejía para limpiar mi calle durante los días del festival”, arguye una vecina que vive en la recóndita calle Gloria y atiende a las iniciales de E. L. “Los jóvenes buscan callejones y travesías para sentarse y hacer botellón”, sostiene mientras otra vecina asiente desde la puerta de su casa.

Otra de sus preocupaciones es quedar incomunicados ante una urgencia. Por contrapartida, la mayoría no pide su retirada. Lo único que reclaman al ayuntamiento es mayor vigilancia.-

El testimonio de los cacereños que viven fuera del casco antiguo tampoco dista mucho, salvo excepciones. El domicilio de María de los Ángeles Picapiedra se encuentra fuera de la ciudad monumental y concluye que “llegar a un punto de encuentro entre vecinos y organizadores es muy difícil” y propone diálogo entre ambas partes para que lleguen a un entendimiento.

Son los más jóvenes los que rebaten esta teoría aunque opinan que la limpieza debería ser ligeramente más exhaustiva.

Los festivales cacereños también comparten su perspectiva con este diario. En el caso del Irish Fleadh, que se celebra cada año en la explanada de la plaza de Santa María, aseguran que "realmente no hemos recibido nunca quejas de los vecinos", apunta la dirección del festival. De hecho la propia Fernanda Valdés, directora del certamen de música celta se revela como vecina de la ciudad antigua. A este respecto, añade que "los conciertos del fleadh se suelen terminar como muy tarde sobre las 12, y después la gente se reparte en los bares colaboradores con el festival en los que se hacen sessions, que son como conciertos, pero sin amplificar". Asimismo asevera que "tratamos de molestar lo menos posible, aunque siempre cohincide con el fin de semana, y la gente, no solo viene al Fleadh a escuchar musica, hay mucha gente que sale de fiesta". Otro festival que también se celebra en la plaza de Santa María y que asegura que no ha recibido quejas de los propietarios de la parte antigua es el certamen de Blues. Miguel Escribano, director, añade que "funcionamos de una forma en la que queremos ser muy respetuoso con los vecinos". De hecho, apostilla que "paramos a las 1.30 horas" y asevera que es posible llegar a un punto de acuerdo para favorecer tanto a organizadores como a los propios vecinos y evitar las quejas. Dania Dévora, organizadora del Womad, no se pronuncia sobre las quejas y sostiene que "a la mayoría de la población y de los comerciantes la celebración del festival le ha parecido un motivo de orgullo y una razón más para promocionar una ciudad patrimonio".

MARCO INCOMPARABLE Con respecto al añadido de celebrar eventos en la parte antigua, Fernanda Valdés asevera que "ofrece un marco incomparable. Es un lugar acogedor y con mucha historia, que además tiene una buena acústica para los conciertos". La organizadora asevera que "los músicos cuando vienen por primera vez se quedan impresionados con el lugar y la gente que viene de fuera agradece". Por su parte, Dévora asevera que "siempre defendimos su celebración en la parte antigua de la ciudad. Ahí está una de los atractivos de su celebración". En cuanto al dispositivo municipal que habilita el ayuntamiento cada año, en este caso para el evento más cercano que es Womad, el consistorio afirma que será "similar al del año pasado para temas de limpieza como y número de agentes de policía.