Más de 200 personas acompañaron ayer a la Virgen de Las Candelas desde su ermita hasta la parroquia de San Mateo. La bendición de las velas y la suelta de una veintena de palomas abrieron el tradional recorrido de La Candelaria por las calles de la ciudad monumental. "Hay mucha devoción por esta Virgen", aseguró minutos antes de que se iniciara la procesión Diego Iglesias, uno de los parroquianos.

Con las velas encendidas, a excepción de la que lleva en sus manos la imagen de la Virgen, que desde que hace unos años prendió y quemó parte de la talla luce apagada, y entre cánticos marianos los parroquianos llegaron hasta San Mateo, donde su párroco, Paulino Hernández, ofició una eucaristía. Tras la misa, La Candelaria fue devuelta a su templo.

"Queremos que esta fiesta vaya a más, que no se pierda y que resurja como Los Mártires o san Blas", explicaron ayer Maruja Arroyo y Siri Caso, miembros de la parroquia y encargadas de la organización. Echaron de menos a los niños ataviados con trajes de campuza, sólo una pequeño lo vistió y anunciaron que en breve se reunirán para intentar dar un empujón a esta celebración.

Las roscas de anís, a 70 céntimos, también tienen sus devotos. Este año la unión Panadera Cacereña había preparado 700 y ayer por la mañana apenas quedaba una caja. Pero las roscas no era lo único que se podía comprar, los responsables de Cáritas también habían instalado el tradicional rastrillo para recaudar fondos.