Cuando estamos viviendo tiempos en los que las palabras dichas, a los pocos días ya no tienen valor, y solo se buscan intereses partidistas, es necesario afianzar todo lo que dice relación con la coherencia y la puesta en valor de lo que se dice. La Iglesia católica que a lo largo de la historia ha hecho muchísimas cosas buenas, ha hecho también «algunas» que no lo son tanto. Ahora es el momento de revertir esas malas prácticas. El Papa Francisco anda en ello.

Me podéis decir ¿A qué viene esto?

Viene a cuento de una noticia, que aunque no leo todos los periódicos, yo no la he visto en ninguno. Ha estado en el Vaticano, concluyendo unos trabajos que vienen de lejos, la Comisión Moneyval del Consejo Europeo, esta comisión se dedica a auditar el comportamiento de los países miembros y de los que lo solicitan, sobre sus prácticas en relación al blanqueo de dinero y sobre la financiación del terrorismo, es decir, por llamarlo de alguna manera, «cosas bastante feas».

La Comisión está a punto de terminar su investigación y el año próximo, con toda seguridad, el Estado Vaticano saldrá de una lista negra de países en la cual parece que estaba.

En la reunión previa a la conclusión de estos trabajos, después de agradecer el valor y la seriedad de lo realizado, el papa con la sinceridad que le caracteriza en estos casos, se ha comprometido a expulsar a «los mercaderes del templo» que todavía acampan a sus anchas en determinados sitios.

Movimientos habidos en los estamentos vaticanos dedicados a estos menesteres, demuestran a las claras que el Papa va en serio en lo que dice relación a la hora de desenmascarar a aquellos que no están en la Iglesia para servir, sino para servirse. Y eso me parece, pero que muy bien.

Es el momento de hablar, de seguir transmitiendo lo que se cree, pero es sobre todo, el momento de la coherencia, de la transparencia y del rigor a la hora ser modelo de lo que se dice.

Estoy hablando de actuaciones de la cúpula de la Iglesia, me gustaría poder destacar acciones de instituciones más cercanas a nosotros, que fueran en la misma dirección, me gustaría también decir «que estamos en ello»… Y quizá se hagan, pero se nos está acabando el tiempo.

Mucho ánimo, mucha fuerza y mucha fe.