Se cumplen 20 años de la proclamación de la ciudad monumental de Cáceres como Patrimonio de la Humanidad. La palabra patrimonio hace referencia a los bienes que una persona hereda de sus ascendientes. En este caso no es una persona la heredera sino toda la humanidad, lo que pone de relieve la importancia del legado. Porque se nos está diciendo que los tales bienes merecen figurar entre las obras más importantes que ha hecho el hombre a lo largo de los siglos, que no es un bien del que solamente gocen los cacereños sino que está ahí para que toda la humanidad se maraville con ellos y se enorgullezca de sus antepasados.

Sin embargo, toda herencia tiene unos administradores. Los cacereños hemos recibido un patrimonio del que somos responsables ante la historia y sabemos que muchas herencias han menguado e incluso se han dilapidado debido a la desidia, la inconsciencia o la necedad de los herederos. El patrimonio ha llegado a nosotros porque otros supieron conservarlo. Ahora no basta con conservarlo. Es necesario ponerlo en valor, sacarle sus virtualidades. Ser patrimonio de la humanidad es un reconocimiento del pasado pero sobre todo debe ser un acicate de cara al futuro.