La patrona no bajará este año y aún está en suspenso si lo hará en 2021. La cofradía decidió el miércoles a última hora cancelar finalmente todos los actos previstos para el 2020 debido a la evolución de la crisis sanitaria. La Virgen de la Montaña debía haber llegado a la ciudad el 21 de abril (se había adelantado un día para no coincidir con el desfile de San Jorge), pero se suprimió porque la ciudad, como todo el territorio nacional, se encontraba en Estado de Alarma.

La hermandad decidió entonces aplazar la procesión de bajada al 20 de octubre. La patrona iba a estar en la concatedral de Santa María hasta el día 31, cuando se celebraría la procesión de subida. Y el pregón estaba confirmado para el 8 de ese mismo mes. Se eligió precisamente octubre como recuerdo al año 1924, cuando patrona bajó dos veces a la ciudad, la última de ellas en el mes de octubre, coincidiendo con la coronación canónica a propósito de su patronazgo sobre la ciudad.

Sin embargo, la cofradía ha decidido suprimir todos los actos previstos porque en ninguno de ellos se podían garantizar las medidas de seguridad. Sí habrá actos religiosos en el santuario, a los que solo podrán asistir los hermanos. Tal y como apunta el mayordomo, Juan Carlos Fernández Rincón, se llevarán a cabo dos sabatinas dos sábados del mes de octubre (probablemente el 24 y el 31, aunque aún está por concretar), a las que asistirán los cofrades por turnos, ya que en el interior del santuario no pueden estar más de 40 personas. La ermita, no obstante, permanecerá abierta para que los cacereños puedan subir a visitarla.

La hermandad no ha querido seguir los pasos de Trujillo, que decidió suspender la procesión pero mantener el resto de los actos programados. Y lo ha hecho así porque en ninguno de ellos se podía garantizar la seguridad ni cumplir los protocolos. El novenario de la Virgen de la Montaña es uno de los actos más multitudinarios de la ciudad, se congregan miles de personas a diario bajando por Pintores, en la plaza Mayor y en la concatedral. Y se forman colas inmensas durante los dos días del Besamanto. «Podíamos crear un problema de salud pública y no queremos ser responsables de ninguna desgracia», afirma el mayordomo, Juan Carlos Fernández.

LAS ADMINISTRACIONES

Las administraciones (ayuntamiento y Subdelegación del Gobierno) habían trasladado a la hermandad su preocupación por la realización del novenario, precisamente por el número de personas que congrega. Cabe recordar que en la región existe la recomendación de no celebrar reuniones de más de diez personas, límite que también ha de cumplirse en los bares y restaurantes. «Ha sido una decisión difícil pero es lo más sensato», insiste el mayordomo, que asegura que llevaba semanas preocupado: «Llevo varios días sin dormir», reconoce.

En principio la idea es aplazar los actos a 2021, aunque es algo que tampoco está decidido. La cofradía volverá a reunirse en diciembre para abordar cómo está la situación sanitaria y concretar si existen garantías de llevar a cabo el novenario en esa fecha. Todo dependerá de si para entonces hay disponible una vacuna. Por el momento, la hermandad sí ha reservado la sala del Gran Teatro para el 15 de abril del 2021, para el pregón, que lo pronunciará Franquete (era el pregonero de este año). Según la programación, en caso de que se decidiera celebrar los actos, la Cacereña Bonita bajaría el 21 de abril (miércoles) y volvería al santuario el 2 de mayo.

Si finalmente la crisis sanitaria permite celebrar el novenario el próximo año se dedicará a la calle Caleros. Este homenaje estaba previsto para este 2020 porque se cumplía medio siglo desde que la calle fue nombrada hermana de honor de la cofradía.