Nacido en Madroñera y formado en Roma durante cinco años, Paulino Hernández lleva media vida en Cáceres, primero como capellán del santuario de la Virgen de la Montaña y profesor de Religión La Laboral, y desde la década de los 90, como párroco del templo de San Mateo, al que pertenece la pequeña ermita de la Virgen de las Candelas, que se prepara esta semana para su fiesta grande.

--La de Las Candelas no es una fiesta multitudinaria, pero parece una cita que consigue reunir a un público muy fiel.

--Es un pequeño grupo de la parroquia. Aunque también empieza a venir gente de fuera, sigue siendo una fiesta familiar, del barrio No es algo multitudinario, pero sí es cierto que con un público muy fiel.

--¿Cuál es el origen de la celebración de Las Candelas?

--Desde el punto de vista bíblico es la presentación de la Virgen en el templo a los 40 días de dar a luz. La ley marcaba que en esa fecha las mujeres tenían que purificarse. Las velas son el símbolo de esa purificación. Además se presentaba al primogénito al templo y se ofrecía una donación, dos pichones o dos tórtolas; de ahí la suelta de palomas el día de Las Candelas, cuando sale la Virgen de la ermita.

--¿Cuál es su momento favorito?

--La eucaristía en San Mateo.

--En los últimos años se ha visto a niños de corta edad ataviados con los trajes regionales en la fiesta

--Empiezan a participar guarderías. Pero sigue predominando la gente mayor, también porque siempre se ha celebrado en día de diario.

--¿Y no temen que si no se produce un relevo generacional, la fiesta acabe por perderse?

--Si tiene que acabarse, se acabará. Y ya está. Hubo un año en el que no había gente suficiente para sacar a la Virgen porque llovía, y se celebró todo en la ermita. Hay etapas.

--Eso es muy pragmático.

--Es realismo. Haremos todo lo posible para que la fiesta no termine, para que los jóvenes participen. Pero si tiene que acabar, se acabará.

--A cuándo se remonta esta celebración en Cáceres.

--Hay documentos que la sitúan en 300 años de antigüedad.

--Pero ha tenido altibajos.

--Estuvo un tiempo en el que casi desapareció, en torno a los años 80, cuando la ermita estuvo en ruinas. El antiguo párroco, Santiago Pérez, promovió su restauración y a partir de ahí la fiesta comenzó a resurgir. También se introdujeron cambios, porque la procesión se hacía por la mañana, pero la gente mayor que participa de forma mayoritaria pidió que fuera por la tarde porque así podían dedicar la mañana a las tareas de casa. Y se cambió.

--Antes se produjo uno de los momentos más dolorosos.

--El día que una vela prendió el manto de la Virgen y salió ardiendo. La imagen no tenía ningún valor, pero quedó muy dañada. Sobre ella se hizo la imagen actual. La quema se vivió con mucha angustia y la gente se volcó para colaborar y que se restaurara la imagen.

--¿Qué momento atraviesa actualmente la fiesta?

--Se está manteniendo. Pero depende de si la fiesta cae entre semana o en fin de semana, que se anima más gente. Aun así estamos buscando más participación en el acto de presentación de los niños nacidos en ese año. Hemos enviado carta a todos los que se han bautizado en San Mateo, invitándoles.