Hace unos meses no se conocían de nada. Sus hijos han unido a Soledad Álvarez, Queca Malpartida, Luisa Rubio y Ángela Galeano. Ellas son las madres coraje de La Madrila. Sus hijos, hosteleros durante años (alguno continúa en el ejercicio de esta profesión), han sido condenados a penas de prisión por el caso de los ruidos y ellas no se cansarán de luchar para lograr que la sentencia no llegue a ejecutarse. La idea de imaginarlos entre rejas les paraliza el corazón.
Acceden a entrevistarse con este diario, entre otras cosas, para disculparse públicamente por el daño que hayan podido causar sus hijos, pero tienen claro que «no son delincuentes». Lo dicen las chapas que cuelgan de sus solapas: «Hosteleros, no delincuentes». No salen de casa sin ellas.
«Pido perdón una y mil veces a los vecinos por el ruido pero les pregunto que si antes no podían dormir por el ruido que sufrían podrán hacerlo ahora con once trabajadores en la cárcel», decía ayer Ángela Galeano, una de estas madres coraje, con lágrimas en los ojos. «Mi hijo, como todos ellos, solo ha hecho trabajar y trabajar. Si veo a mi hijo en la cárcel a mí me quitan la vida», añade.
Quieren disculparse ante los afectados, pero les ruegan implicación para frenar el desenlace. «Vivimos con terror y con miedo desde que se conoció la sentencia, lo entendería si hubieran provocado alguna desgracia, pero creo que el daño que van a recibir es excesivo en comparación con el que han podido causar», afirma Queca Malpartida. «Les pido que rectifiquen, vamos a intentar solucionar el daño causado pagando las indemnizaciones y la responsabilidad civil. Les pido que, si en sus manos está poder ayudarnos, que lo hagan», ruega esta madre a Cacereños contra el ruido y a su presidente, colectivo que presentó la querella contra los hosteleros que ha desencadenado en la sentencia condenatoria.
Luisa Rubio no consigue conciliar el sueño desde que conoció la pena de cárcel a su hijo. Está en tratamiento. «Sigo pidiendo perdón porque creo que hicieron ruido pero esto no es justo», agrega. Y Soledad Álvarez ruega a los vecinos «que reaccionen» ante lo que está sucediendo. «Mi hijo lleva en la hostelería desde que tenía 17 años, ha movido cultura en la ciudad y ha dado trabajo a mucha gente», recuerda.
INDEMNIZACIONES / Las familias están muertas de miedo. Ya han empezado a reunir el dinero para pagar las indemnizaciones. Algunos han tenido que rehipotecar sus viviendas y las de sus padres. «Cualquier cosa antes de que nuestro hijo entre en la cárcel. No me imagino que esto llegue a pasar», dice Queca Malpartida. Afrontar las indemnizaciones que reparen el daño es una de las premisas fundamentales para lograr el indulto que van a solicitar al Gobierno central.
Se han unido a la plataforma ‘Yo también hice ruido en La Madrila’ y no han parado de recorrer cada rincón de la ciudad implicando a los cacereños y recogiendo firmas. Una madre es capaz de todo. Llevan meses demostrándolo y sueñan con que el esfuerzo merezca la pena.