Simón: Tú eres Pedro; y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Se ha repetido tantas veces esta alocución evangélica, que no es necesario interpretar su significado. Aquel Pedro pescador era, para el Nazareno, un hombre fuerte, de carácter firme y de convicciones asentadas e invariables; en el que los primeros cristianos confiarían sin temor. Pedro se unió a Pablo y ambos recorrieron el mundo entonces conocido para extender las ideas de igualdad y hermandad entre todos los pueblos y los hombres. Ideas de justicia, de equidad, de honestidad, de veracidad y transparencia. Pues entonces --como ahora-- habían sido olvidadas por los gobernantes y sus adláteres; provocando con ello distorsiones para el trabajo, pobreza y desigualdad injusta entre unos y otros. Unos pocos ‘Epulones’--empresarios y emprendedores, con los bolsillos bien llenos-- y una masa incontable de ‘Lázaros’, que apenas tenían con su escaso salario para dar de comer a su prole. Como los que ahora aparecen en las estimaciones porcentuales de desigualdad social y de reparto de la riqueza.

El Pedro que destaca en estos días como ‘piedra’ de un nuevo partido y de un nuevo gobierno de España, está también estrechamente ligado a aquel legendario ‘abuelo’ que se opuso con firmeza y decisión a un sistema de corrupción y de fraudes políticos, durante la época de la ‘Restauración’; desde finales del siglo XIX, hasta su muerte en 1925. Al viejo Pablo Iglesias; cuyo ‘surco’ político e ideológico no convendría dejar que se atorase, en la vorágine económica e institucional que sufrimos.

Hoy es otro Pablo Iglesias el que quiere unirse a Pedro para coordinar juntos las tareas de la gobernanza administrativa. Tareas que exigen prudencia, preparación y firmeza política para redactar programas que ilusionen a los ciudadanos y sean factibles ante los obstáculos que, sin duda, van a plantear los viejos conservadurismos.

Habría que volver a aquel Pablo Iglesias que hizo de la honestidad, de la trasparencia y del camino recto y sin titubeos, los pilares sobre los que construir un Partido Obrero Español. Un ‘Viejo y Nuevo Partido’, con 139 años de historia, que ha pasado por innumerables situaciones de la evolución del País. Unas buenas y gloriosas; otras malas, de tiros y tiranías; superando momentos trágicos y creando etapas de esplendor y plenitud, que llevaron a España a la vanguardia de la modernidad, de la libertad y de la convivencia.

Hoy eres tú quien ostentas el liderazgo de este nuevo y viejo Partido. Y lo ostentas porque varios colectivos de ciudadanos progresistas y honestos te han apoyado para ‘cambiar el rumbo’ y enderezarlo hacia la justicia y el progreso. Para que seas una ‘piedra’ sobre la que poder cimentar un conjunto de pueblos y de gentes --llamado España-- en el que se garantice el ‘Estado de bienestar social de derecho’ que establece la propia Constitución.

Pero para ser ‘piedra y cimiento’ hay que tener unas ideologías y unos principios muy firmes --sin dudas ni titubeos-- asentados en una filosofía social que no se vea oscurecida por ‘puertas giratorias’, ni por presiones o promesas de los ‘lobbies’ que dirigen ‘el cotarro’ desde la sombra y el anonimato. El socialismo -del que todos nos sentimos tan orgullosos-- es una conciencia clara de honestidad, de igualdad, de libertad y de justicia; que son y deben ser los ‘emblemas’ de nuestro escudo.

Pedro, tú puedes y debes ser la ‘piedra angular’ sobre la que formar un gobierno de esperanzas e ilusiones; sin injerencias espurias ni ambiciones egoístas, como las que ya han corrompido a viejos dirigentes sociales, a los que nadie mira, pues nada se espera.

Tú sigues siendo el ‘cenit’ de muchas esperanzas, que todos esperamos que no defraudes.