El antiguo bar Béjar de la céntrica calle Colón de Cáceres se ha convertido en un estudio de tatuajes. Indian Tatto Shop abrió sus puertas a mediados de enero y lo regenta el cacereño Chema Yáñez Barroso.

Lo cierto es que el arte llamó su atención cuando estaba en Infantil, «con cuatro años ya dibujaba a los Power Rangers». Pasaron los años y se matriculó en Bachillerato de Arte del IES Al-Qázeres, pero no llegó a terminarlo. Entonces empezó a trabajar «en un montón de cosas», en una gasolinera, en el descorche, montando cámaras frigoríficas, en el campo, en una serigrafía... En esta última estuvo más de dos años, hasta que un día decidió mudarse a Badajoz con un amigo.

Allí conoció a un chico tatuador, ahora «buen amigo» suyo, y mientras le tatuaba pensó: «esto se me tiene que dar bien a mí». Y así fue. Le prestó su máquina, probó y descubrió una pasión que tenía oculta. Poco a poco, tras experimentar con sus «colegas», se lanzó a ganarse la vida con ello. «¿Qué mejor que dedicarme a lo que más me gusta?», plantea.

De la capital pacense hizo las maletas y puso rumbo a Inglaterra. «En un mes regresé», relata. Allí se marchó con 26 años y con la idea de quedarse, pero no aguantó demasiado. «A pesar de tener clientes, no me gustaba nada». Añoraba su ciudad. «Me planté en casa, ahorré y vi el momento perfecto de emprender en un negocio». Aunque al principio «pensaba que por vivir del arte me iba a morir de hambre».

Tras pasar a diario por la calle Colón y observar el local de lo que fue el bar Béjar, que llevaba en venta mucho tiempo, un día decidió llamar y lo compró. Pese a que las reformas tardaron un año, este joven inauguró hace dos meses Indian. El nombre de la empresa nació en su familia, «a mi padre le llamaban José ‘El indio’ y cuando empezó a tener hijos nos puso nombres indios a todos».

Después de estar en diferentes lugares del mundo, el tatuador se queda con Cáceres. «Me encanta, no la cambio por ningún otro sitio». Lo que tiene claro es que «mientras exista gente con ganas de tatuarse», no se moverá.

«Hay que luchar, ponerle empeño, si no, nada se consigue», le dice al resto de jóvenes. «Que no te engañen, que para penar fuera, mejor apuestas por tu ciudad», expresa.

Ahora, con 29 años, Chema Yáñez tiene más ganas que nunca de continuar tatuando arte en Cáceres .