TStupongamos que estás al cargo de un establecimiento de ropas o de regalos. Ese menester te proporcionará, además de unos aceptables beneficios económicos, un conocimiento exhaustivo de la sicología femenina y de sus conductas. En primer lugar comprobarás que el ochenta por ciento de las mujeres que entran en el establecimiento no llevan ningún propósito de comprar.

Unas veces lo percibes solo con verlas entrar y otras incluso ellas mismas te lo aclaran. ¿ La puedo orientar? "No, gracias. Sólo quería ver". Y se da un paseo por toda la tienda, manoseando artículos. No faltan las ocasiones en las que se prueban y preguntan precios, tamaños, colores y te obligan a sacar prendas del fondo de la tienda. No te confíes porque en cualquier instante te las dejaran en las manos con un: " Bueno. Es que no estoy muy convencida. Lo voy a pensar".

Eso no quiere decir que se vaya a casa y se ponga a cavilar sobre las ventajas e inconvenientes de comprar el objeto, si va con la falda o con la blusa, si es más barato en otra tienda o si debe esperar a las rebajas. Significa que aún le quedan varios establecimientos por recorrer en los que lucirá la misma conducta antes de llegar a casa con una compra realizada: unos calcetines para su esposo, quien, por cierto, se pasa las horas pensando y discutiendo con los amigos acerca de las posibilidades del Madrid y del Barsa de ganar la liga. Pero que a la hora de comprar no se lo piensa dos veces.

Menos mal que ella le orienta para que no vaya hecho un adefesio, le obliga a probarse, pues si por él fuera no se tomaría esa molestia, y mucho menos estaría dispuesto a cambiar una prenda. ¡ Y lo que aprende de combinar colores!.