Coco no había cumplido aún los dos años cuando María Angeles y su familia tuvieron que despedirse de él repentinamente. "Era un perro muy bueno, mezcla de razas de caza, blanco con manchitas marrones, al que le encantaba olisquear todo", recuerda su dueña. Hace a penas dos meses Coco fue víctima de una de esas trampas que en los últimos años han proliferado en la capital cacereña, lo que provocó su muerte. Según relata su dueña, en esos días de principios de mayo había podido sacar al perro a muy pocos lugares ya que la lluvia fue muy intensa en la ciudad. "Por eso sé perfectamente dónde ocurrió", detalla. Esa noche del miércoles, Angeles soltó a Coco para jugar con otro perro en el parque de al lado de su casa, en la Plaza de Andalucía. "No solía soltarlo, porque no me gusta que pueda molestar a nadie, pero era de noche y le dejé tan solo correr unos 10 minutos". Al llegar a su casa nadie notó nada extraño en su comportamiento, "tuvieron que pasar dos días hasta que empezó a tener síntomas", explica. En concreto, el sábado Coco ya estaba muy decaído y sus dueños empezaron a preocuparse pero pensaron esperar el fin de semana para llevarlo a su veterinario habitual. Sin embargo, el domingo vieron que había aparecido un hematoma extraño en la barriga por lo que no esperaron más. Cuando el veterinario pudo actuar, el animal ya sufría una anemia "demasiado grande". En la madrugada del lunes, Coco murió en la clínica. "Fue muy duro. Al principio no queríamos tener perro pero a mis hijos les encantan. Ibamos habitualmente al Refugio de San Jorge a pasear a algunos de los que allí residen y, al final, adoptamos a Coco", relata la dueña a lo que añade que "perder a un animal así es muy duro".

Tras su muerte, el veterinario informó a Angeles de que Coco debía haber ingerido algún tipo de anticoagulante, algo que contienen los matarratas. En ese momento su dueña comprendió que aquella noche el animal sufrió un envenenamiento. Sin embargo, Angeles, aunque dió a conocer los hechos a la policía, no denunció formalmente porque no tenía una prueba que aportar a la denuncia. Lo que sí hizo, ya que un familiar ya había pasado por la misma situación, fue avisar a los vecinos que también tenían mascotas. "Durante 15 o 20 días me acercaba a la gente que paseaba con sus perros para informarles por lo que yo había pasado. Quería que tuvieran cuidado porque sé que no es un caso aislado". Es más, según explica Enrique Muriel, empleado de la tienda de productos para animales Hambre Canina, "es algo que tiene alertados a los propietarios de animales". Detalla que en este último año ha habido algunas alarmas en distintos barrios, "son como por oleadas". El último caso conocido por este medio fue el de Antonio Hernández, un vecino de la barriada Hispanoamérica que encontró varios trozos de fiambre con alfileres. En concreto, tal y como detallaba en las redes sociales Antonio, el primer trozo lo vió cuando iba a sacar a pasear a su perro en el número 3 de la calle Aneto. Pocos metros después localizó alguno más.

Represalias

Este tipo de actos no tiene justificación ninguna. "El maltrato al animal es innecesario", asevera la vicepresidenta de la Asociación Cacereña para la Protección y Defensa de los Animales, Isabel Alcalá. Sin embargo, tanto desde esta asociación como desde la Patrulla Verde de la Policía Local, piensan haber encontrado el motivo del incremento de este delito. "Recibimos muchas denuncias en relación a los excrementos de perros que no se recogen", explica la Patrulla. Esta y otras quejas pueden haber sido las que han provocado represalias, recalca la Patrulla. "Los dueños también debemos ser cívicos. Un perro es parte de la familia y conlleva obligaciones que debemos cumplir", detalla por su parte la vicepresidenta Isabel Alcalá, "pero el animal no es el culpable, la solución no es matar a los perros, es educar a la ciudadanía y a los propietarios". Igualmente, según explican los agentes de la Patrulla Verde, "a veces, por culpa de algunas conductas incívicas de dueños, se crea un odio irracional a los perros".Por este motivo, insisten en que se deben cumplir las normas y que, además, por la propia seguridad de nuestras mascotas, es conveniente que los perros "siempre vayan atados y tengamos una vigilancia constante de lo que comen". Además, los agentes advierten que el mayor peligro puede encontrarse en zonas donde hay mucha maleza por lo que sería recomendable evitar que las mascotas accedan a ellas.