Durante 13 años, entre 1950 y 1963, la Cofradía de los Ramos cumplió con su misión de liberar a algún recluso durante la procesión del Cristo del Perdón. Cada Martes Santo salían de la iglesia de San Juan hacia la cárcel (la vieja) donde, tras cantar los internos algunas saetas, se les unían el preso o presos que ese año serían liberados. "Entonces todos los que obtenían el perdón se encontraban en la cárcel por contrabando, un delito por el que solo eran encarcelados los que no podían pagar las multas. Y para obtener su liberación en Semana Santa había que pagar sus multas, para lo cual se hacia todos los años una colecta en San Juan, y dependiendo de lo que se conseguía se liberaba a uno o a más presos", recordaba el mayordomo de los Ramos.

Fueron en total 16 los reclusos y reclusas que gracias a esta tradición, y a la colaboración económica de muchos fieles cacereños, consiguieron en aquellos años la libertad. Todos los casos suponían una inmensa alegría y reconocimiento, pero como especialmente emotivos citó Martín Cisneros "los vividos dos semanas santas, en una de ellas porque se consiguió la libertad de 8 presos y en otra porque fue liberado un matrimonio, y con ellos sus hijos, ya que entonces cuando un matrimonio iba a la cárcel también lo hacían con ellos sus hijos".

Cuando se perdió esta tradición, la procesión del Perdón se convirtió en un Via Crucis, pero este año volverá a sus orígenes. "Todo volverá a ser como antes, menos lo de acudir a la cárcel para recoger al preso", señala Cisneros. Será en el edificio de la Audiencia, sede del TSJEx, donde el elegido esperará, escoltado por dos miembros de la cofradía, para ser rescatado por el desfile procesional. A éste, "a cara descubierta o tapando su rostro, como él desee", se sumará hasta su conclusión en San Juan, iglesia de la que saldrá ya siendo libre.