Hace algo más de 30 años --pocos menos de los que yo tengo ahora-- a los chavales que vivíamos en la barriada de Pinilla de Cáceres nos llamaban ´pinilleros´. Pinilla era por entonces un barrio periférico formado por nueve bloques de pisos. Acompañaban a estos bloques las casas de la cárcel vieja, el seminario y el colegio diocesano.

Aun estando ubicado en las afueras de la ciudad, Pinilla no era un barrio marginal, ni de baja condición social, ni con mala calidad de vida. Estaba poblado principalmente por empleados de pequeñas empresas --comercios, talleres, imprentas-- y de la construcción. Gentes de barrio con una concepción de la vida menos pretenciosa que la que se tiene hoy en día.

Entonces se vivía con sencillez, pero no precariamente por lo general. Se tiraba con lo puesto y se ahorraba un poquito incluso. Claro, que tampoco se caía en el vicio del consumo desmesurado, porque no existía ese amplio abanico de símbolos identificadores de la ostentación de los que hoy algunos hacen uso para dar el pego y disimular sus carencias internas, aunque sea a costa de un roto bancario. En las periferias de hoy vivimos con lo puesto y se gasta bastante más de la cuenta.

Por la barriada de Pinilla pasaron algunos ´pinilleros´ significativos, bien por ser muy conocidos en el mundo de las artes, o bien por su popularidad. Pongamos al innovador pintor Juan José Narbón, recientemente fallecido, que fue de los primeros artistas plásticos que propuso una idea más vanguardista de la pintura en Extremadura; o pongamos al prolífico pintor de la espátula Martínez Terrón, único, espeso y terroso como él solo. Fueron también en su día vecinos de Pinilla el incansable locutor de radio Tomás Pérez, y el locutor ´todoterreno´ Paco Mangut. Luego estaba el futbolista Manuel Sánchez Manolino, que jugó con la Selección Española y junto al que tantas veces di patadas al balón --torpemente, todo hay que decirlo-- merienda en mano en el ´campino´ de Pinilla.

Hoy aquel pequeño barrio ha sido engullido por otro más grande que se llama Mejostilla, y sus viejos y sencillos bloquecitos blancos se pierden en su panza entre bloques más nuevos y deslumbrantes. Ahora los ´pinilleros´ son ´mejostillanos´.

Habrá que empezar a proponer al ayuntamiento gentilicios para los barrios, porque Cáceres se empieza a parecer un poquito a Nueva York, con sus grandes periferias y todo. Por ejemplo, podríamos llamar a los vecinos de Nuevo Cáceres ´neocacereños´ o ´sanantonianos´, a los del Vivero ´vivereños´, y a los de los Fratres ´fratrenses´. ´Rodeños´ a los del Rodeo, ´cabezarrubianos´ a los de Cabezarrubia; ´llopisiborranos´ a los de Llopis; ´moctezumeños´ a los de Moctezuma; ´aldeamoretinos´ a los de Aldea Moret, y así... Pero llegamos al R-66 y... ¿cómo llamamos a los del R-66? ´Erresesentaiseiseños´ ¡Repítalo sin leerlo!