Durante la legislatura de Carmen Heras como alcaldesa de Cáceres se creó un área de planeamiento específico en el Plan General Municipal en la que una parcela municipal servía para adquirir los terrenos sobre los que está asentado el Teatro Principal. Dicho de otro modo, el ayuntamiento se quedaría con la titularidad de ese inmueble, joya arquitectónica del siglo XIX en la plaza de las Canterías, a cambio de ceder a su propietario un terreno municipal.

El Teatro Principal, donde luego estuvo la célebre panadería de la Romualda, era propiedad de los hermanos Salas hasta que el empresario Juan Carlos Cotallo lo compró. El ayuntamiento cedió a Cotallo unos terrenos municipales en Reyes Huertas, frente a la plaza de Colón y a falta del pleno municipal y de la firma de escrituras, el Teatro Principal ha pasado a manos del consistorio.

Con la edificabilidad obtenida, la empresa Gestyona, de la que Cotallo es gerente, tiene previsto levantar un bloque de apartamentos. Es una buena noticia para la ciudad porque supone la creación de viviendas, pero también lo es para el sector de la construcción que, aunque tímidamente, comienza a despegar en Cáceres después de años castigado severamente por la crisis.

BOCETOS La parcela obtenida por Gestyona está justo al lado del edificio Columbia, que esta empresa está terminando de rematar en la plaza de Colón. El nuevo bloque de pisos aún no está proyectado aunque sí tiene iniciados los bocetos. Se está trabajando sobre ocho apartamentos y un ático. "Se trata de una promoción de 180 metros cuadrados, que es lo que tiene el terreno. Son cinco plantas y saldrán dos apartamentos por planta que podrían oscilar entre los 60 o 70 metros cuadrados", explicó Cotallo a este periódico.

Y todo ello gracias a esa permuta del Teatro Principal, un espacio que el 5 de diciembre de 1798 promueve Ventura Carlés y Busquet, comerciante de origen catalán, que pidió al ayuntamiento edificar a sus expensas en casas de su propiedad, situadas en las calles de Peña y de Los Peces (hoy plazuela de Las Canterías), un patio de comedias y el privilegio de que nadie más pudiese fabricar otro análogo.

Como era persona adinerada (su familia se conocía en Cáceres como Los Catalanes) ofrecía mayores garantías de que la empresa saldría adelante, y se accedió a lo que solicitaba. En noviembre de 1801 se terminaron las obras y el primero de junio de 1802 tuvo lugar la inauguración de aquel primer teatro que tuvo Cáceres, hoy en ruinas y que el ayuntamiento deberá destinar ahora a equipamiento cultural.