Fue una mañana de teléfonos y correos electrónicos, de suposiciones más o menos acertadas sobre la causa del cierre, de cábalas sobre el destino de los alumnos y sobre todo de preocupación. El centro había hecho llegar una nota a los padres a través de los niños en la que les convocaban a una reunión el jueves, día 14 de febrero, a las 18.30 horas en el auditorio de la Universidad Laboral. Ni un dato más. En ella les requerían que hicieran todo lo posible por acudir porque el tema a tratar era importante.

La falta de información generó cierto desconcierto y eso hizo saltar las alarmas entre algunos padres que empezaron a avisar a los otros en busca de la información y las respuestas que no encontraban de otro modo.

"Van a dispersarlos por todos los colegios, a ver como me las arreglo yo para llevar a mis dos hijas en dos centros diferentes", se quejaba Maria Dolores Espada, que vive en Aldea Moret y tiene a dos niñas de seis y tres años en este colegio.

No era la única, todos los padres que pasaban por el centro se quejaban, como mínimo, de la falta de información. Mientras, los niños aventuraban a la salida de clase: "se va a caer el colegio", comentaba uno de ellos al salir del recinto; "nos han dicho que lo van a tirar por dentro", seguía otro. Y algunos padres capeaban el temporal con humor: "¿Dónde está mi niña?", preguntaba una de las madres a otra que esperaba junto a ella a la salida del colegio. Respuesta de ésta: "se la habrán llevado al colegio nuevo".

En esa cita, por la tarde, llegó el momento de las respuestas y las propuestas. Se produjeron después de que el delegado provincial de Educación expusiera los pormenores del traslado ante un auditorio repleto y en el que no faltó la tensión, fundamentalmente en el turno de preguntas. La más repetida: "¿El edificio es seguro?, porque si no, no llevo a mi niño mañana", afirmaba uno de ellos. Sobre las propuestas: "¿Por qué no habilitan varias paradas para los autobuses?".