Alegría se ha mudado a Austria. La perra podenca que fue salvajamente apaleada en agosto por su propietario en el cerro de la Buitrera de Cáceres comparte desde este fin de semana el hogar de Katherine y Gerold, sus dos hijos de 8 y 10 años y dos galgos en el norte de Austria. Su adopción por esta familia a través de la asociación protectora de animales de Cáceres termina con el calvario vivido por esta podenca.

El caso de Alegría fue noticia en agosto. El día 13 un cacereño rescataba al animal moribundo de entre unos zarzales a los que el propietario la arrojó, después de apalearla para intentar sacrificarla. La perra sufría varios miomas y supuestamente ya no servía para la caza. Un mes después el agresor era detenido por la Guardia Civil por un presunto delito de maltrato animal y el caso está en los tribunales a la espera de juicio.

La perra consiguió sobrevivir después de un largo proceso de recuperación, tanto de las heridas sufridas por la paliza como de la operación a la que tuvo que ser sometida. En la perrera municipal, que se hizo cargo del animal, se la rebautizó con el nombre de Alegría .

Su caso traspasó fronteras e incluso una alemana envió a los pocos días un donativo de 100 euros para contribuir a su tratamiento. Sensibilizó a mucha gente, aunque la verdadera ayuda ha llegado de fuera. "Sorprende cómo en todo este tiempo nadie en Extremadura ni en España ha intentado adoptarla, y en Alemania y Austria hubo al menos cinco interesados", explica Isabel Alcalá, responsable del colectivo cacereño. "Por desgracia eso nos hace ver --apunta Alcalá-- la diferencia del trato a los animales que aún existe aquí, donde la gente se deshace de perros y gatos como si fueran trapos viejos".

Alegría emprendió el viaje a Madrid en coche y desde allí, en avión hasta Stuttgart (Alemania), donde la recogió su familia adoptiva. La protectora ha recibido por correo electrónico las primeras imágenes de la perra en su nuevo hogar. "Le encanta que la acaricien y disfruta de paseos, del jardín y es muy curiosa", dice la familia en una carta enviada a la asociación cacereña. Todavía tienen que operarla de varios tumores mamarios y las secuelas de la paliza seguirán en su cabeza --según el informe veterinario--, pero se puede decir que su trágica historia ha tenido un final feliz.