Por los delitos de tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas fue juzgado ayer en la Audiencia Provincial J. F. G. G., de 51 años, para el que el fiscal solicita nueve años de prisión --seis por el primer delito y tres por el segundo-- y 2.000 euros de multa. Junto a él se sentó en el banquillo de los acusados su hijo J. A. G. V., de 26 años, al que se acusa sólo de tráfico de drogas, solicitándose para él seis años de prisión y la misma multa.

En el juicio, ambos negaron en todo momento los hechos que se les imputan y manifestaron ser víctimas de "una encerrona". Aseguraron que los informes de la Guardia Civil "no son ciertos" y que se "han falseado las pruebas", algo que negaron los más de 10 testigos que declararon en la vista --todos, salvo uno de ellos, agentes de la Guardia Civil de Coria y Moraleja que participaron en la detención--.

J. F. G. y J. A. G. fueron detenidos el 2 de abril del 2003 en un paraje cercano al río Arrago, donde los acusados manifestaron que habían acudido "simplemente para ver como se encontraba el río, porque pensábamos ir a pescar". Los agentes de la Guardia Civil, por su parte, indicaron que acudieron al lugar tras recibir "un chivatazo" que les advertía de que en la zona "se estaba trapicheando con droga".

En el lugar los agentes intervinieron 121 papelinas de heroína y 60 de cocaína, supuestamente arrojada por los procesados cuando advirtieron su presencia; y en sus casas una pistola y un cargador con seis cartuchos.