Lo que comenzó como una convivencia bien avenida en la calle Germán Sellers de Paz en el año 2002 culminó ayer en la Audiencia Provincial de Cáceres con el juicio del que el acusado, A. S. R., de 74 años, salió con una petición de condena de 28 años de cárcel. El Ministerio Público y la acusación particular le consideran responsable de tres delitos continuados de agresión sexual, abusos sexuales y maltrato.

A. S. R. y la mujer denunciante y posible víctima de esos delitos, M. D. L., se conocieron en el bar Pingüino de Cáceres en el año 2002. Ella trabajaba en el bar. Poco después, según explicaron ambos en el juicio, volvieron a coincidir y acordaron vivir juntos en casa de ella en la calle Germán Sellers de Paz. El afirmó ayer que desde el principio convivían "como un matrimonio". Ella, que inicialmente dormían en habitaciones separadas, y que las relaciones íntimas, al principio consentidas, llegaron más adelante.

Según relató M. D. L. durante la vista oral, su pareja empezó a tratarla cada vez peor con frases del tipo "tú no sabes nada" y con amenazas de no llevarla a los sitios o no gestionar sus papeles. M. D. L. tenía una movilidad muy limitada porque ya entonces padecía de fibromialgia aguda y tenía un prótesis en el tobillo izquierdo, entre otras dolencias. Esos problemas la hacían desplazarse primero con muletas y luego en silla de ruedas.

La denunciante explicó ayer que el maltrató degeneró hasta el punto de violarla y abusar sexualmente de ella de manera repetida a lo largo del tiempo. M. D. L. interpuso una primera denuncia en 2003 y una segunda el 19 de febrero del 2007, después de abandonar la vivienda y ser acogida en la Casa de la Mujer.

VIDA DIFICIL A lo largo del juicio, varios testigos y peritos detallaron la situación en la que se encontraron a la víctima. Su hija, que no reside en Cáceres, manifestó que conocía la situación, pero que no la denunció por deseo de su madre, "que tenía miedo por mí y que creía que dependía de él para todo".

Tras acudir a la Asociación de Fibromialgia en Cáceres --ver información adjunta--, el caso llegó a la Casa de la Mujer de Cáceres. La trabajadora social de la Casa de la Mujer afirmó ayer que M. D. le manifestó que había sido golpeada y violada, pero que no quería denunciar "por miedo a represalias".

Los peritos psicólogos que la examinaron afirman que padece un trastorno límite de la personalidad que se manifiesta, entre otros comportamientos, con miedo al abandono, relaciones inestables e ideas de suicidio. Según se reveló en la vista oral, M. D. arrastra una historia de maltrato físico y abusos sexuales desde la infancia que comenzaron con su padre y continuaron con parejas en la edad adulta.

El acusado, por su parte, negó todas las acusaciones de maltrato y manifestó que las relaciones íntimas "fueron siempre consentidas". El considera que se comportó "como un padre". Su defensa solicitó la libre absolución al considerar que no quedó demostrado que el acusado maltratara a la denunciante; y concluyó que ésta interpuso la denuncia para conseguir que él se fuera de la casa. El juicio quedó visto para sentencia.