Un día empezó a leerles la biografía de la hija de Adolfo Suárez, pero era tan aciaga que a la semana siguiente a Pilar Boyero se le ocurrió hablarles de Juana Reina. Y claro, era difícil que la tonadillera no le pusiera su particular nota de color a aquella conversación arrancándose por Francisco Alegre . "Entonces descubrí que lloraban de emoción, que se sabían las canciones", explica la tonadillera cacereña. Así que durante sucesivas sesiones el repertorio se fue extendiendo y Pilar cantaría a sus alzheimeñas , como cariñosamente las llama, coplas tan memorables como Ojos verdes , No te mires en el río o Rocío .

"El Alzheimer es una enfermedad muy triste para ellas y muy difícil para los que están a su alredededor. Pienso que es un mal muy mezquino porque anula la capacidad que el ser humano tiene para recordar". Aún así, la cantante cree que la música parece una buena terapia. "Cuando aquel día terminé de cantar, pensé que luego no se acordarían de mí. Pero la segunda vez que fui, una de las monitoras me dijo: hay dos que no han merendado de lo nerviosas que están porque dicen que esta tarde viene la que canta", recuerda la artista.

Hoy es lunes y Pilar Boyero ha hecho un hueco en su alocada agenda de Navidad para acudir al centro de Alzheimer. Es una tarde especial porque sirve como despedida del año. Por eso Pilar ha sacado de su baúl un vestido rosa muy bonito y uno de sus mantones de manila preferidos. "Cuando las miro veo que están supercontentas escuchándome y eso me emociona muchísimo", dice antes de la actuación.

Entre copla y copla sus chicas le lanzan piropos preciosos: "Madre, que bien te hicieron tu padre y tu madre", dice una. "¿Tienes novio?", pregunta otra. "Qué manos tan bonitas", asegura una tercera... Al terminar, P®lar se acerca a todas y les da un beso. Una de ellas apenas puede articular palabra; la emoción es tan grande que solo acierta a soltarle un "Te quiero". Entonces Pilar rompe a llorar y se abraza a ella. "Merece la pena parar mi locura para dedicarles estos momentos", confiesa.

La artista recoge ya sus bártulos, pero en la sala siguen oyéndose los ecos de Francisco Alegre , el pasodoble más optimista y feliz que Juana Reina dedicó a un torero. "Es nuestro buque insignia, ellas saben que es nuestro himno", explica Pilar mientras guarda en su baúl el mantón de manila que volverá a desplegar sobre la arena del redondel de sus alzheimeñas después de Navidad.