"Creo que nací pintando porque lo hago desde los tres años", declara con entusiasmo contenido Manuel Santiago Morato (Los Santos de Maimona, 1934). Este extremeño pinta desde la niñez, pero también desde entonces sufre las consecuencias de la polio: las muletas, la silla de ruedas y operaciones quirúrgicas que han ampliado su limitación funcional a lo largo de los años.

Su vida y su obra son un ejemplo de lucha contra los límites y ayer obtuvo un reconocimiento más al recibir el primer premio del III Certamen de Pintura Alquercus para discapacitados, que organiza el CAMF de Alcuéscar con la colaboración del Imserso y otras instituciones y que está dotado con 3.000 euros. Los premios se entregaron en un emotivo acto al que asistieron diversas autoridades y alumnos del taller de pintura del centro de Alcuéscar.

Las obras

El Homenaje a Florentino de Morato, un óleo sobre tabla de formato pequeño --al que le obliga la atrofia progresiva que sufre en su brazo derecho--, triunfó sobre las 44 obras presentadas este año al certamen de 31 artistas. El premio lo recibió con "alegría", pero sin "vanidad", dijo. Morato, excatedrático de Bellas Artes y con varias exposiciones a sus espaldas, no es un iniciado.

Charo Martín Castilla sí lo es. Esta madrileña de 39 años y en silla de ruedas desde los 18 ganó el segundo premio con Sinfonía , una tabla entelada. "El premio es un aliciente, más pensando que no iba a poder", afirma. El accésit fue para Toledo , de Félix Alarcón, que no acudió.

Los dos ganadores pintan con las manos, aunque muchas de las obras presentadas se realizaron con la boca o el pie. El jurado no tiene en cuenta ese aspecto al dar el premio, sólo el resultado ya que la obra debe defenderse por sí sola.

Manoli Ruiz, galerista y esposa de Morato, lo razona: "Por encima de la minusvalía está la pintura, la creatividad". El deseo de Pilar Porras, pintora con la boca y residente del CAMF de Alcuéscar, también lo explica: "Quiero que me consideren como una pintora, no como discapacitada".