La tramitación del PGM o PGOU puede dar lugar a espectáculos diversos. De entrada no se conoce ningún proyecto de esta envergadura que haya concitado tanta y tan razonable oposición. Y no sólo de la oposición política. Las críticas proceden de ciudadanos, urbanistas, ecologistas y, lo que es el colmo, profesionales de la construcción, excepto alguno naturalmente. Y como guinda, de algún miembro del equipo de gobierno. A estas alturas sólo está decantado el voto del equipo de gobierno, para aprobarlo. Vela se abstendrá si no se modifica, a menos que le conste el voto negativo de los socialistas, pues el ridículo sería mayúsculo si vota en contra y el PSOE lo aprueba. Del grupo socialista no se tienen noticias definitivas. Y es lógico pues su voto no debe distar mucho del que definitivamente emita la Junta y este es una incógnita.

Algunas palabras de Corominas, muy aficionado a bailar la yenka , han sugerido su bendición al plan pero está por ver si la suya es la palabra definitiva o hay que esperar respuestas más altas. Para rizar el rizo, si se cumplen las ordenanzas presidenciales, un concejal socialista debería votar a favor del equipo de gobierno en el caso de que necesitaran su voto para la aprobación. El esperpento estaría asegurado. El PSOE vota sí y no al mismo tiempo. Las razones de su oposición son válidas e inválidas y sus argumentos son correctos e incorrectos a la vez. El plan es bueno y es malo. El grupo municipal socialista debería anticipar la que va a ser la respuesta de la Junta. Si la Junta tiene decidido aprobarlo, al grupo lo más que se le puede permitir es que se abstenga, por aquello de la coherencia política, dadas las graves carencias que lleva denunciadas.

Si la decisión de la Junta va ser negativa parece lógico que los socialistas cacereños presenten las razones como alegaciones y se entre en un período de conversaciones y pactos que aseguren su aprobación definitiva.

Porque un rechazo después de tanto trabajo y dinero parece un fracaso de todos, de unos más que de otros ciertamente, y no parece bueno que la ciudad deba quedarse parada mientras se pone en marcha un nuevo proceso. Pactar es muy sano en política. Y este pacto le conviene también al PP. En primer lugar porque debe suponérseles la sensatez de desear un plan lo mejor posible. En segundo lugar porque se aseguran su aprobación por parte de la Junta y les evitaría críticas que no desean escuchar y responsabilidades que no quieren tener sobre sus hombros. Es además lo más sensato pues quienes ahora son oposición quizás tengan que gestionarlo más adelante y si se aprueba con su voto en contra será un plan con una cercana fecha de caducidad puesto que exigiría unas reformas profundas.

Aunque la verdad es que la práctica de los populares cacereños ha sido precisamente la de actuar en ocasiones al margen del anterior plan. Así pues quizás sea mejor dejar rodar las cosas y no darle tanta importancia a un PGOU por muy importante que nos parezca porque nuestra ciudad está llena de modificaciones de planes de urbanismo. La mayoría modificaciones a la carta. Y hasta a posteriori. Aunque, la verdad, pocas han sido en beneficio de la ciudad.