Atrás quedan los Alcores y, frente a ellos, en la carretera de Badajoz, cercana al acceso de la Autovía de la Plata, dominando un otero, se sitúa la Quinta de la Enjarada, edificio elegante y airoso donde los haya en el término de Cáceres, con sus aires italianizantes. Eran unas antiguas casas de campo que adquirieron los Saavedra y de éstos, por el matrimonio de Leonor de Saavedra con Juan de Sande Carvajal, pasaron a los placentinos Carvajales de las 4 Esquinas.

Un hijo de este matrimonio, al que ya conocemos, el Arcediano Francisco de Carvajal, decidió obrarlas, ya en el siglo XVI, dándole el aspecto que hoy poseen. Recordemos que Francisco de Carvajal reformó las casas de su familia, hoy conocidas como Palacio de Abrantes, así como la Iglesia de Santiago (donde igualmente costeó el sublime retablo de Berruguete que nunca llegó a ver) o la antigua Ermita de los Mártires, y levantó, ex novo, la Capilla del Lignum Crucis, la desaparecida Ermita de San Antón (que se situaba en su calle) y el Puente de San Francisco sobre el Tajo, entre otras. Y es que ya se sabe que en Trujillo damas, en Cáceres caballeros y en Plasencia los dineros. Hablaba el otro día con Antonio Rubio y Serafín Martín Nieto que es impensable que su nombre no figure en el callejero. Unanlo a los muchos que he citado en estos paseos y se darán cuenta de lo desagradecida que es esta Ciudad para con sus hijos relevantes.

Se ha escrito que las obras comenzaron en torno a 1543, pero lo cierto es que en 1534 ya existe un documento en el que el cantero Diego de Roa reconocía la obligación de sacar 500 varas toledanas de cantería para el Arcediano. Sí es cierto que las obras debieron pararse y retomarse en la primera fecha que dije, puesto que Francisco de Carvajal las continúa en torno a esa fecha y en 1544 concierta la labra del entablamento de las mys casas de la Enxarada con Luis Moreno. El Arcediano debió quedar satisfecho con su trabajo, puesto que Moreno pasaría a trabajar en 1551 en las obras de Santiago con Rodrigo Gil de Hontañón, (donde acabó culminando las bóvedas) y más tarde se lo encuentra trabajando en San Mateo a las órdenes de Pedro de Marquina.

La Quinta es una construcción a dos alturas con una doble logia porticada a la italiana, cuyo precedente más cercano puede ser el Palacio de Piedrasalbas de Trujillo. La planta inferior se organiza con arcos escarzanos separados por robustos contrafuertes y la superior con arcos de medio punto sostenidos en columnas toscanas. En esta altura existe una inscripción relativa a la erección del edificio. Escudos esgrafiados de Carvajal se sitúan en diversas partes. En la parte posterior se observan restos de lo que pudieron ser las torres de la antigua construcción.

Cercana se encuentra la capilla palatina, de planta cuadrangular con tejado a cuatro aguas que cubre una bóveda de arista. En las caballerizas se pintaron frescos para el rodaje de Cristóbal Colón que el tiempo se ha encargado de estropear dándoles una graciosa pátina de falsa autenticidad. El conjunto no se encuentra en estado óptimo de conservación. En 1583 alojaron estas casas a Felipe II, cuando regresaba de tomar posesión del Reino de Portugal. Juan de Carvajal Sande y Perero recibiría de Carlos II el 22 de septiembre de 1679 el título de Conde de la Quinta de la Enjarada, cuyos descendientes, como ya sabemos, fueron, entre otros, Duques de Abrantes y de Linares. El IX Duque de Abrantes, Angel María de Carvajal y Téllez-Girón, cedió a su hija Laura de Carvajal y Jiménez de Molina el Condado de la Quinta de la Enjarada, que pasó a sus descendientes, los Labayen, actuales propietarios, siguiendo ligado el título al lugar que le dio nombre.

La Carretona

No lejos, al otro lado de la carretera, se halla la Casa Fuerte de la Carretona, fortificada en torno a 1476 por el Mariscal Alfón de Torres y que sigue los modelos defensivos de las fortalezas del Ducado de Feria, con su airosa torre del homenaje, situada en el patio de armas, que debió poseer notables dimensiones antes de ser desmochada y tejada. Posee una muralla cuadrangular rematada en sus esquinas por cubos de los que se conservan tres. La propiedad nunca ha salido de los descendientes del Mariscal de Castilla: de los Torres pasó a los Ovando del Capitán, de éstos a los Marqueses de Camarena y de ahí a los López-Montenegro, de quienes la heredaron sus actuales dueños, los Márquez de la Plata.

La niebla se vuelve densa y parece ceñirse a las encinas. El campo se vuelve hermosísimo en estos días, envuelto en nubes bajas de misterio que confunden lo real con lo aparente. Lejos de marchar, permanezco en la densa bruma, sintiendo el frío húmedo, oteando las torres orgullosas del alfoz, que lejos de protegernos de los de fuera, servían para defendernos de los de dentro. Banderías en el inmenso campo, regado también de sangre cacereña y altivos sueños de eternidad.