Cuántas veces tendremos que repetirlo?, ¿cuántas noticias de primera página de los periódicos serán necesarias para que nos demos cuenta de ello?, ¿qué tendremos que hacer?, ¿qué tengo que hacer?...En la aparición de este problema, así como en el camino para encontrar una solución, es seguro que unos tienen más culpa que otros… ¿Qué nos pasa?, ¿hemos llegado al punto que no sabemos lo que es importante y lo que no lo es tanto?.

Quizá en plena campaña de las elecciones de abril (no estoy seguro del dato) la consultora AIS Group publicó sus conclusiones sobre la situación de la pobreza infantil en el Estado español, dichas conclusiones no son de hace cuarenta años, no…no…son de ahora mismo, el problema que se describe puede estar pasando casi al lado de nuestras casas.

Por desgracia, imagináis bien si os digo que las dos provincias que encabezan el porcentaje del mayor número de niños y niñas en riesgo de pobreza en nuestro país son Cáceres y Badajoz, con un 54% y un 50,7%, son las únicas que superan la barrera del 50%. Y ¡atención!, esto no es que pase ahora, sino que viene de lejos, y lo más preocupante es que no se vislumbran soluciones ni a corto ni a medio plazo.

Con esa manifestación tan preocupante, ¿esto sucede en otros lugares de España? Parece que no, que hay sitios donde esta realidad no se da (la media es de 26%). Las afirmaciones fundamentales de nuestra constitución democrática parece que fueron escritas y aprobadas para otros.

¿Habéis oído que algún político en la pasada campaña, hablara de esto? Seguro que visteis alguno de los debates ¿en alguno de ellos se hablo de esta cuestión?, ¿lo sacaran en las próximas, ya que oiremos a nuestros representantes más cercanos? Y si lo hacen ¿aportarán soluciones, o será solo para atacar al adversario?

Cómo os habréis dado cuenta la columna de esta semana está llena de interrogantes y eso es una mala señal, quiere decir que no nos aclaramos, y que, aunque nos lo planteemos, andamos un poco despistados, por decirlo de alguna manera.

No tengo otro remedio, porque no se me ocurre otra cosa, que acabar revelándome contra la opinión que la única solución sea la resignación y plantear otra cuestión más. ¿Quedarán las ONGs, o instituciones religiosas como Caritas, como las únicas que se atreverán a seguir presentándonos esta realidad?.