La policía busca al autor del crimen de un empresario y su mujer en la Mejostilla. El matrimonio fue hallado muerto ayer con disparos de escopeta en una vivienda del residencial Gredos, en la zona norte de la barriada cacereña. Los fallecidos son Manuel Barra y Consuelo Quintanilla, de 73 y 64 años de edad, respectivamente. Vivían con uno de sus hijos que, al cierre de esta edición, aún no había aparecido. El hombre regentaba desde hacía años un negocio de plásticos en la ronda Puente Vadillo, cerca del barrio de San Marquino. La Delegación del Gobierno en Extremadura avanzó horas después del suceso que "hay una tercera persona implicada y que la policía está trabajando en esta línea de investigación", centrada en el entorno más cercano.

Los hechos ocurrieron en una vivienda unifamiliar en el número 63 de la calle Peñalara, en la zona alta del residencial, a pocos metros de donde se encuentra la casa de cultura de la Mejostilla. Los cuerpos sin vida fueron encontrados por la mañana por un familiar que acudió al domicilio en el que el matrimonio, muy conocido y querido en la barriada, llevaba viviendo al menos diez años, según confirmaron los vecinos, conmocionados por el suceso registrado en una zona tranquila de casas con garaje individual y entrada independiente. Nadie se explicaba qué podía haber ocurrido en la casa de los Barra y tampoco nadie daba crédito a que se hubiera tratado de un doble homicidio.

Del caso se hizo cargo el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 2 de Cáceres, cuyo titular, Francisco Matías Lázaro, ordenó pasada la una de la tarde el levantamiento de los cadáveres, que fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Cáceres para que les fuera practicada la autopsia, decretando el secreto expreso del sumario. El juez abandonó la zona minutos después tras conversar con los familiares de las víctimas que, abatidas, fueron llegando durante la mañana al lugar de los hechos para saber qué había ocurrido en el interior de la vivienda, a la que no pudieron acceder porque los agentes de Policía Científica se encontraban realizando la inspección ocular. Estos trabajos se prolongaron durante toda la jornada de ayer a cargo de agentes de la Comisaría Provincial de Cáceres. De la investigación del caso se ha hecho cargo la Brigada de Policía Judicial. El comisario jefe provincial, Luis Ochagavía, declinó ayer dar detalles de las pesquisas al encontrarse el caso bajo secreto de sumario. Estas mismas fuentes sí confirmaron que ayer no se había practicado aún ninguna detención y que, en caso de realizarse en las próximas horas, debería darse traslado al juzgado número 2, que abrió diligencias al encontrarse de guardia.

De hecho, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura informó por la tarde que "en principio no existe ninguna persona detenida ni imputada por tales hechos" y que aún no se podía determinar "ni el día ni la hora" en la que se produjeron las muertes, reiterando que el juez había declarado "expresamente el secreto del sumario". Estas fuentes añadieron que, "dentro de la declaración expresa del secreto, en cuanto se tenga alguna otra información que no afecte al mismo, se pondrá en conocimiento de los medios".

El suceso ocurrido en el residencial Gredos corrió como un reguero de pólvora e hizo que los vecinos se concentraran en las inmediaciones de la vivienda donde fueron hallados los cadáveres. Ni siquiera los residentes de las viviendas más cercanas al número 63 de la calle Peñalara habían observado nada raro en los últimos días en la casa de los Barra y era habitual ver al hijo que residía con el matrimonio salir a dar paseos con el perro, de raza labrador, por las zonas verdes del residencial Gredos. De hecho, los mismos vecinos que conocían al matrimonio y a su hijo hablaron ayer de ellos como una familia normal, que hacía vida de barrio y se relacionaba con el resto con absoluta normalidad. Por este motivo el mazazo de la doble muerte fue aún mayor al tratarse de personas muy conocidas.

RECONOCIMIENTO

Agentes de la Policía Científica continuaron durante la tarde el exhaustivo reconocimiento de la vivienda con el fin de hallar pruebas que puedan ser claves para la investigación. Lo que nadie entendía era cómo podía haber pasado algo así en una zona no acostumbrada a los sobresaltos y que no aparece nunca en los partes de sucesos. Los vecinos solo acertaban a preguntarse por qué le había pasado al matrimonio.