La policía cree que hay indicios para iniciar un expediente sancionador contra los propietarios del pub Aires por distintas irregularidades y fallos en la organización de la fiesta de fin de año que terminó con altercados y la intervención policial después de que un grupo de jóvenes asaltara el ropero y se produjera el robo de numerosas prendas, bolsos, cámaras de fotos, teléfonos móviles y dinero en medio del tumulto. Fuentes cercanas a la investigación confirmaron ayer a este diario que además de los fallos de seguridad, el local superaba con creces el aforo máximo permitido.Eso mismo sostenían todos los afectados que a lo largo del día de ayer esperaron su turno para presentar la denuncia en la comisaría y, si había suerte, recuperar sus pertenencias, entre las que los propios agentes y otros asistentes al cotillón han hecho llegar a las dependencias policiales. Caras de enfado e indignación (sobre todo entre los padres de los menores) y colas de hasta tres horas de espera fue la escena que se vivió durante gran parte de la jornada de ayer en la comisaría. La indignación, más que por la espera, venía motivada por los altercados que en la mañana del pasado 1 de enero obligaron a desalojar el local situado en el centro comercial de El Perú y que a medida que pasan las horas, muchos consideran que podían haber sido más graves. MENORES SIN CONTROL A las denuncias por la sustracción de prendas, muchos de los afectados añaden la falta medidas de seguridad que a lo largo de toda la noche hubo en el local, la negativa a facilitarles hojas de reclamación y la ausencia de control sobre los menores que estaban en el pub. Es el caso de Leticia López, de 17 años y por tanto menor de edad. No solo se negaron a facilitarle una hoja de reclamaciones cuando la solicitó, sino que, según su relato, en el momento de acceder al interior del local, nadie comprobó su edad. "No había mucha gente porque llegué temprano, pero nadie de la organización me solicitó el documento nacional de identidad para contrastar mi edad", aseguró ayer. Es más, sin mediar palabra, le colocaron en la muñeca la pulsera que identificaba a los mayores de 18 años a la hora de pedir una copa. No fue la única, otros jóvenes que esperaban para denunciar y también menores de edad, confirmaron a este diario que nadie les reclamó el DNI y que en las barras tampoco se les pidió que mostraran las pulseras identificativas, que en su caso estaban correctamente colocadas. A pesar de ello por tanto, también pudieron pedir alcohol durante toda la noche. "Yo pedí copas durante toda la noche en la barra que figuraba como barra sin alcohol", aseguró una de ellas. Además, a pesar de que a algunos de los menores se les exigió una autorización paterna en el momento en el que compraron la entrada, otros aseguraban no haber aportado ningún documento para acceder a la fiesta.La actitud del equipo de seguridad en el interior del establecimiento es otro de los fallos que señalan los asistentes. "Mientras grupos se chicos se peleaban en el interior del local, los de seguridad miraban apoyados en una pared", señalaba ayer Yoana Albín, de 16 años y también afectada. En su caso, además del abrigo, el bolso con la cámara de fotos, la documentación y el dinero, también desaparecieron en los altercados. "Hubo gente que aprovechó el tumulto incluso para robar botellas sin que el personal de seguridad hiciera nada", afirmó. Ella se refiere también a la gasificación en el establecimiento: "había gente en las escaleras porque era imposible estar dentro", aseguró. En cuanto al aforo, el número de su entrada era la 940, aunque el empresario sostuvo ante este diario que no se vendieron más de 900.Algunos de los denunciantes mostraron ayer su intención de presentar un escrito ante la Inspección de Consumo de la Junta de Extremadura para que investigue también las condiciones en las que se realizó la fiesta.PRECEDENTE EN LOS GOLFINES Igual que en esta ocasión ha sucedido en el Aires, en la Nochevieja del año 2005 el cotillón del palacio de Los Golfines terminó en polémica y con más de medio centenar de denuncias por distintas anomalías en el desarrollo de la fiesta, como la falta de camareros --había 16 para 750 personas--, descoordinación en la seguridad, exceso de aforo, escasez de bebidas, carencia de hojas de reclamaciones y deficiencias en los servicios de limpieza. En el juicio que enfrentó a los asistentes al cotillón con la empresa organizadora del evento, Mesaplana, esta fue condenada a pagar 2.805 euros en concepto de indemnización a los 51 asistentes que denunciaron –55 euros a cada uno-- para cubrir el precio de las entradas que habían abonado para asistir a la fiesta. En ese caso la Inspección de consumo también abrió un expediente informativo tras recibir más de 70 quejas.