Uno se enfrenta a lo largo de su carrera a situaciones de todo tipo. Pero pocas tan anecdóticas como la que le ocurrió al policía local J. P. R. --prefiere no desvelar su identidad por seguridad-- . El cacereño se convirtió este jueves en ‘papá’ durante su turno de trabajo en una intervención en la que cuidó a un bebé de tres meses después de que la abuela del niño sufriera una caída en su casa.

El relato lo ofrece el propio protagonista a este diario. El agente se encontraba junto a su compañero P. B. H. en una zona cercana de la calle Alborada, lugar de los hechos cuando recibieron la alerta del 112. Ambos pertenecen a la Patrulla Verde. Fueron los vecinos del bloque los que avisaron a los servicios tras escuchar a una mujer gritando y a un bebé que lloraba. «Nosotros fuimos, subimos al piso y entramos cuando llegaron los bomberos, que tiraron la puerta y allí estaba la señora de avanzada edad en el suelo y un bebé que estaba asustado, lloraba porque tenía la necesidad de comer pero se encontraba en un estado de salud perfecto», pone de relieve. Así, mientras los servicios sanitarios atendían a la abuela del menor, el cacereño junto a su compañero calmó al bebé, le cambió el pañal y le preparó un biberón hasta que llegaran sus padres. Reconoce que cuenta con ventaja porque tiene un hijo de tres años y en todo momento se resta mérito. «Era lo que había que hacer», pone de relieve. «Eso tranquilizó a la señora, la sentamos en un sillón y ella ya le dio el biberón, entre todos sacamos la situación para adelante », concluye el protagonista.

Ayer el ayuntamiento reconoció su labor en redes y recibió también la felicitación de los cacereños pero él se resta importancia. «Por circunstancias de la vida en ese momento estábamos allí».

Tras 18 años en el cuerpo de la Policía Local ha acumulado experiencias a las que ahora tendrá que sumar la de esta semana. Confiesa que las escribe en un libreta que relee con los años. «Hay de todos los colores, desagradables, con las que te vas para casa con un sabor agridulce y también las hay excelentes». Da cuenta a este diario de alguna de ellas. Paradójicamente también con bebés involucrados como en el caso del jueves. «Hubo un incendio en el R-66, la casa estaba ardiendo y había una familia con su bebé y como no venían los bomberos decidimos actuar, en cuanto llegaron y los sacaron de ahí, se derribó la casa, la primera planta», relata. Cuenta otra. Sin duda la que más le marcó, una intervención en la que un niño se precipitó por la ventana. Se emociona aún cuando lo relata. Son muchas. Demasiadas. «Y en los próximos años habrá más». En todas «había que estar y había que tirar para adelante».

En ese sentido, defiende la labor de la Policía Local y de los cuerpos de seguridad al servicio de los demás. «Se tiene un concepto de policía como represor y nosotros estamos para ayudar», pone de manifiesto y rehúye de las menciones de heroicidad que le acompañan en estos días. «Yo no soy un héroe, solo soy un policía que ama su trabajo y ya está».