El consumo de estupefacientes sí se nota y los padres pueden percatarse. "Si un chaval normal que está bien con su familia, con sus amigos y en el colegio, empieza a faltar a clase, a revelarse en casa y a exigir más dinero, algo ocurre", advierten los especialistas antidroga de Cáceres. También existen otras señales de alarma, como el cambio físico: estos jóvenes se desaliñan, sus pupilas se dilatan y en general empeora su imagen. "El olor es muy llamativo, sustancias como el hachís o la marihuana se pegan a la ropa", indican los policías, recordando que la droga no entiende de estratos sociales y que en muchos casos destroza a las familias.