Acabar con el botellón y reducir los índices de delincuencia son los dos grandes objetivos que se ha marcado el jefe de la Unidad de Proximidad y segundo comisario de Cáceres, Julio Díaz Corredera, que ayer tomó posesión de su cargo en un acto celebrado en la Subdelegación del Gobierno y al que acudieron representantes de la judicatura y de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

Díaz Corredera anunció la puesta en marcha de un plan de prevención que permita convertir a Cáceres "en una ciudad más tranquila", dijo. Ese plan también estudiará "en profundidad" el fenómeno del botellón con la intención de que el consumo de alcohol en la calle "se solucione con el diálogo. Procuraremos --añadió-- que todo discurra por unos cauces de normalidad".

Aunque los índices delincuenciales en la capital no son alarmantes, el flamante jefe de la unidad cacereña apostó por prevenir los pequeños delitos: hurtos en coches, establecimientos, domicilios... que suponen precisamente el 99,9% de los delitos que se cometen en Cáceres.

Díaz alabó al cuerpo de funcionarios de la comisaría y recordó que la incidencia de las grandes bandas internacionales es escasa en la ciudad.