Estuve hace un mes en Málaga y descubrí como en un polígono que se parecía al de Charca Musia había una sala de conciertos estupenda con Deluxe, estrella de la música independiente nacional. Fui a Madrid y me di cuenta de que los locales se han puesto de acuerdo para programar actuaciones en una asociación. Me acerqué a Barcelona y me llevaron a una antigua fábrica convertida en macrodiscoteca con música distinta en cada sala y conciertos cada mes. ¿Por qué Cáceres no puede? A los que nos gustan los directos también nos encantaría poder disfrutar de todo eso, aunque reconozco que me sigo colando en algún concierto clandestino que no echa por tierra ninguna llamada con mala sangre a la policía local. Me pregunto si la normativa que prepara el ayuntamiento arreglará este desolador panorama para músicos y espectadores. Hará falta que los empresarios inviertan en acondicionar sus locales y, sobre todo, que adquieran un compromiso con productores y creadores para programar. Porque la canción parece haber cambiado de estribillo. ¿Alguien pregunta ya quién toca esta noche o si el local tiene permiso? Y es que el espectador no vive solo de copas.