Una vez superado el primer confinamiento allá por los mediados de mayo, comenzaron a aparecer en todos los comunicados oficiales, los porcentajes a la hora de la admisión de personas en los distintos lugares, entre estos estaban también las Iglesias, ermitas y lugares de culto. En nuestra comunidad autónoma, he notado y comprobado, por parte de los máximos responsables eclesiásticos un respeto exquisito al cumplimiento de todo lo mandado por las autoridades civiles, rápidamente los sacerdotes y religiosos hemos sido avisados de las medidas a tomar, y creo (por lo que yo conozco) que ha habido una máxima implicación para cumplir lo que se requería. Incluso he leído algún documento oficial donde se reconoce y se agradece por parte de la autoridad autonómica esta buena disposición.

Templos que han reducido su aforo incluso más de la exigido para garantizar la distancia social, geles, desinfección después de la utilización, realización «on line» de todas las reuniones posible incluso de las catequesis infantiles y grupos juveniles, la respuesta ha sido generalizada en este sentido. Ha habido contagios procedentes de funerales, bautizos o comuniones pero nunca por la celebración religiosa, sino por las fiestas de después.

Hay que admitir la existencia de alguna declaración subida de tono, sobre unas supuestas desproporciones de lo que se le exigía a la Iglesia, y sobre la vulneración del derecho fundamental de la libertad de culto, pero hay que reconocer que han sido muy pocas y eran realizadas por personas conocidas y de las que se podía esperar.

Las persecuciones y los contubernios ocultos, no los suelo tener muy en cuenta, porque te llevan a desconfiar de todo y te ponen en un tris de volverte paranoico. Pero es verdad que tampoco puedes ser ingenuo, un buen amigo me dice que hay que comulgar con pan, pero no con ruedas de molino.

La cuestión viene por la reducción de aforo de los lugares de culto al 25% durante la quincena en la que estamos, mientras que a otros sitios que no tienen posibilidad de ventilación, se les permite más.

Si me he atrevido a escribir esta líneas es porque a lo largo de estos meses y en los que nos quedan, la Iglesia católica siempre estará en la vanguardia a la hora de cuidar la salud de todos, que es, por otra parte, lo que Dios nos pide en este momento, pero esto no hace que olvidemos que hay personas que de formas poco claras les gustaría reducir unos derechos que son inviolables, y son inviolables porque son la esencia de la democracia. Mucho ánimo y a cuidarse.