Cáceres lleva un cuarto de siglo esperando una solución a sus problemas de abastecimiento, puesto que depende del Guadiloba, que tan solo tiene 20 hm3 y que tan pronto amenaza con agotar sus reservas como tira por la presa el equivalente a todo un pantano. Veinticinco años en los que se ha aprobado primero una presa en el Almonte y después el trasvase desde el embalse de Portaje, que acaba de darse por finiquitado. La Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) ha iniciado los estudios de un tercer proyecto para trasladar 6 kilómetros más abajo la toma del trasvase actual en el Almonte. Se quiere captar agua desde la cota 180, y no desde la 194, ya que este nivel ha amenazado en más de una ocasión con dejar a la ciudad sin agua.

A la espera del nuevo proyecto, la noticia está en Portaje, un trasvase al que se dio luz verde en 2005, que se adjudicó en 2007, y que 13 años después se acaba de abandonar por unos problemas técnicos que no se conciben en los tiempos actuales: la CHT no ha sido capaz de que las tuberías crucen los cauces del Tajo y del Almonte. El 11 de diciembre de 2007 se instaló simbólicamente el primer tramo de conducciones. Más de 50 millones de euros después (faltarían otros 13 por ejecutar) y con gran parte de la obra finalizada, ahora se desecha. Y lo peor: los cacereños siguen sin una garantía de agua. El Guadiloba se encuentra actualmente en torno al 30%, y ése es el menor porcentaje de las dos últimas décadas.

28 AÑOS EN MODO ‘PROVISIONAL’

Pero empecemos por el principio. Vistos los continuos problemas de Cáceres con el agua, en 1992 se creó el trasvase Almonte-Guadiloba para alimentar este último pantano ya entonces claramente insuficiente. Fue una solución urgente y provisional porque el Almonte, situado en la cola del pantano de Alcántara, está sometido tanto a la producción hidroeléctrica de Iberdrola (titular de la presa) que hace variar la cota, como al tratado de Albufeira, que obliga a dar un determinado flujo de agua a Portugal. En más de una ocasión se han alterado los planes de generación eléctrica para que el Almonte pudiera seguir trasvasando agua y no dejar vendidos a los cacereños en plena sequía. Casi 100.000 habitantes dependiendo de esta solución a medias.

De hecho, en 1995, la CHT realizó un informe que determinaba que el Guadiloba no podría cubrir la demanda de Cáceres a partir del 2012. En consecuencia, el Ministerio de Medio Ambiente anunció en 2003 la construcción de otro pantano de 40 hm3 en el Almonte, a 4 kilómetros de Monroy y a 30 de Cáceres, dotado incluso con una partida presupuestaria de 28 millones de euros. Su licitación estaba prevista en 2004. Sin embargo, los movimientos ecologistas denunciaron que era un espacio fluvial especialmente conservado. Rodríguez Zapatero revisó el Plan Hidrológico Nacional y dio al traste con el proyecto.

La CHT buscó otras cuatro soluciones para traer agua a Cáceres: el trasvase de Portaje, una presa de regadío de los años 80 que nunca fue aprovechada; una captación en el embalse de Alcántara (curiosamente parecida al proyecto que ahora se baraja); un trasvase desde la presa del Salor; y de nuevo la presa del Almonte.

Una vez más, la ciudadanía cacereña se dividió, confrontó y alegó. En 2005, el Ministerio de Medio Ambiente eligió Portaje. En el ayuntamiento cacereño, comandado por José María Saponi, cayó como un jarro de agua fría: era un embalse de solo 23 hm3 que dependía para sus refuerzos de agua del Gabriel y Galán (riego y producción eléctrica) y necesitaba más de 65 kilómetros de tuberías hasta el Guadiloba, además de varias estaciones de bombeo. La Ley de Aguas obliga a repercutir todos estos coses en los usuarios. Se llegó a hablar de un alza del 40% en el recibo de los cacereños.

JUZGADOS Y CAMBIOS POLÍTICOS

Portaje también abastecería a 13 municipios del entorno de la capital. Una obra casi faraónica que el PP llegó a recurrir ante los juzgados (el Tribunal Superior de Justicia de Madrid desestimó la petición). Tras ganar las elecciones en 2007, la alcaldesa socialista Carmen Heras sí respaldó la obra de Portaje sin fisuras. El ministerio la adjudicó en mayo de 2007 a la UTE Sando y Bafesa por 40,4 millones (primera fase) y 18 meses de ejecución. El 11 de diciembre de 2007 se instaló simbólicamente el primer tramo de tuberías.

Desde el principio, Portaje tropezó con problemas. Las expropiaciones retrasaron el inicio real de la obra hasta diciembre de 2008. En 2009 surgió el principal escollo: el Ministerio de Fomento impidió que las tuberías se instalarán bajo los puentes del Tajo y el Almonte, en la N-630, por seguridad. Ya lo había advertido la Demarcación de Carreteras en la exposición pública del proyecto.

Llegado enero de 2010, el Guadiloba volvía a arrojar por la presa en 9 horas el agua que la ciudad consume durante 2 meses. Ese verano, el BOE publicó la solución para salvar los dos ríos: las tuberías estarían suspensas por estructuras colgantes, soportadas por pilones colocados en las orillas, junto a los puentes de la A-66. Entre unos ajustes y otros, el proyecto superaba ya los 65 millones.

Este modificado retrasaba el fin de las obras hasta 2013. Llegado ese año, y con nuevos problemas de carestía en el Guadiloba, la Plataforma contra el Trasvase del Abastecimiento de Agua, formada por ciudadanos cacereños, pidió ante la Subdelegación del Gobierno el abandono del proyecto. No lo veían viable. Además, la opción de Portaje se había encarecido en 20 millones y crecía el temor a su repercusión en los consumidores.

Nadie frenó los trabajos, pero los trabajos no avanzaban, atascado en los dos ríos. Las fechas bailaban. En los Presupuestos Generales del Estado de 2013 se anunciaba su finalización para 2017. Ya en la primavera de 2014, el Ministerio de Medio Ambiente confirmó que los cauces seguían sin superarse: las estructuras colgantes no eran factibles y se barajaban nuevas alternativas.

Los grupos políticos del ayuntamiento cacereño, liderado desde 2011 por la popular Elena Nevado, habían entendido a esas alturas que tenían que hacer algo. PP y PSOE pidieron en pleno la inmediata ejecución de un proyecto de abastecimiento propio y exclusivo para Cáceres, además de Portaje, que exigieron que acabara cuanto antes y que corriera por cuenta del ministerio (con el 75% de la obra ejecutada, era complicado conseguir su anulación).

Este diario se puso en contacto con Medio Ambiente en verano de 2015 para conocer la situación del proyecto, que seguía sin evolucionar. El ministerio explicó entonces que continuaba trabajando para encontrar una solución técnica que debía incluir «la remodelación de las dos estructuras de cruce o su sustitución por otras posibles alternativas, y una nueva propuesta relativa al suministro eléctrico para poner en marcha el sistema». Seis años después de plantearse el problema de los cauces, todavía no estaba resuelto.

CÁCERES CRECE… SIN AGUA

Y así llegó la primavera de 2016, con uno de los niveles más reducidos del Guadiloba de los últimos años. Le salvaba el trasvase provisional del Almonte, que 24 años después seguía siendo la única solución. Sin embargo, bombeaba un máximo de 29.000 m3 al día, cuando los cacereños ya sobrepasan en verano los 30.000 m3. Por ello, en 2017, el ayuntamiento aprobó renovar las 9 bombas del Almonte para elevar su rendimiento a 36.000 m3. Este trámite también ha tardado tres años en resolverse. Después de dos concursos y tres renuncias de empresas, los trabajos tienen vía libre.

Durante 2017 tampoco hubo avances en las obras de Portaje. En 2018 (11 años después de la primera tubería) se conoció por fin una nueva alternativa: el Ministerio de Medio Ambiente estudiaba la opción de cruzar los ríos llevando las tuberías por los puentes de la A-66 (la propuesta anterior era la N-630). El resto de la obra estaba prácticamente finalizada y todo dependía de que el Ministerio de Fomento lo permitiera. Pero Fomento pidió a Medio Ambiente un análisis más detallado sobre el esfuerzo al que se someterían los viaductos de la autovía. La CHT confirmó en mayo de 2018 que trabajaba en ello, que era «viable», pero con un «alto grado de complejidad».

EN BUSCA DE OTRAS PRESAS

Posiblemente por entonces Portaje ya se estaba descartando, y algo debían sospechar los círculos políticos porque el PSOE presentó una enmienda a los Presupuestos Generales de 2018 para que esos 8,7 millones destinados a Portaje se pudieran invertir en abastecer al Guadiloba desde seis presas más cercanas y desde balsas que permitieran capar sus propios excedentes. El proyecto, muy completo, había sido estudiado por la Escuela Politécnica. En los presupuestos de 2019, PP y PSOE anunciaron enmiendas en este mismo sentido.

De hecho, 2019 fue un año complicado. En otoño se rozó continuamente la cota límite del trasvase, que suponía entrar en el umbral de alerta de sequía, con agua en el Guadiloba para menos de un año. El gobierno socialista liderado por Luis Salaya se estrenaba con un grave problema de abastecimiento. En octubre se supo que la UTE de Portaje había solicitado la resolución del contrato.

En 2020 la situación ha empeorado: el Guadiloba se encuentra por debajo del 30%, el peor registro en dos décadas. Al final, 13 años después de la primera tubería, el Gobierno municipal ha dado por finiquitado Portaje. «No va a salir adelante», anunció Salaya el pasado 2 el julio, para desvelar la tercera opción que ya estudia la CHT: desplazar la captación del trasvase del Almonte 6 km. hacia Alcántara para bajar la toma a 180 metros. Tardará unos años, pero «será una solución definitiva», afirmó. Al menos aprovechará 20 km. de tuberías de Portaje.

Cáceres no tiene mucho más tiempo. Acaba de iniciar una campaña y un plan de emergencia por la situación de sequía. Cien mil ciudadanos siguen mirando (y clamando) al cielo.