Miguel Poveda salió con paso firme por el lateral izquierdo del sobrio escenario del palacio de congresos, en el que esperaba su acompañamiento de palmas y guitarras, y por supuesto, un piano de cola. Vestía traje y camisa negra.

El intenso aplauso dio inicial pie al silencio en el que quedó sumergido un patio de butacas lleno para la gran cita musical del 25 aniversario de Cáceres como Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Poveda cerró los ojos, se concentró y comenzó a desplegar la magia del flamenco más puro. "Ventanas a la calle son peligrosas para las madres que tienen las niñas mozas...", arrancó con voz desgarrada. Pasión y elegancia. No podía ser de otro modo.

La cita con el artista de Badalona era una de las más esperadas por el numeroso público flamenco cacereño. Eso se hizo notar en las inmediaciones del palacio de congresos, donde las más de 1.200 personas que acudieron a la cita flamenca generaron una cola que rodeaba el edificio hacia Isabel de Moctezuma y motivaron que el concierto comenzara con retraso.

El cantaor desarrolló dos partes diferenciadas en las dos horas largas de su cita en Cáceres. Para la primera, despliegue de soleas, malagueñas, tarantos y tangos de Triana con los que encandilar al público más purista. Al fin y al cabo Poveda fue aficionao antes que cantaor y fraguó a compás de guitarra la voz potente que, por méritos propios, ahora pasea por todo el mundo el quejío más auténtico. No faltaron temas que estarán en su próximo disco, ya en proceso de grabación.

Al cierre de esta edición Poveda avanzaba por los palos del flamenco, entre los que también había un homenaje al genio Enrique Morente con La leyenda del tiempo . La segunda parte, llevaría a otro genio al escenario y un guiño al público cacereño en el homenaje al universal Maestro Solano, al que canta en Coplas del querer , el trabajo discográfico que (con permiso de la Lámpara Minera) más proyección a dado a su carrera. Junto al Tres puñales , Rocío y Ojos verdes fueron algunas de las letras a las que dio vida un cantaor que mostró por qué es grande. Con Poveda queda duende.